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Actualizado: 10 de octubre de 2025
La leve turbación de mi espíritu que siguió al dichoso comienzo de mi vida literaria se desvaneció muy de prisa. A la efervescencia excitada por una producción pronta, arrastradora, casi irreflexiva, sucedió una gran calma, es decir, un momento de serenidad y de examen singularmente lúcido. Había en mí un antiguo yo mismo de quien ya hace largo tiempo que no le hablo a usted, que callaba pero que sobrevivía. Aprovechó aquel momento de reposo para reaparecer usando un severo lenguaje. Con los avasallamientos de mi corazón me había emancipado por completo.
Yo que le vi, me demudé. Preguntóme si había sido algo; dije que no, aunque tenía estropeada una pierna. Dábame el lacayo prisa porque no saliese su amo y lo viese, que había de ir a palacio.
El santo se abre paso á través de la multitud, se aproxima á la jóven, que aún no podia contener las lágrimas, y la pregunta: ¿Por qué lloras? La pobre muchacha que se ve cerca de aquel gran santo, que oye su pregunta, temblaba y lloraba al mismo tiempo, y con mucha prisa, tal vez con vergüenza, se enjugaba las lágrimas; pero sin poder dejar de llorar.
EL JUEZ. Muchas gracias por haber acudido tan pronto a mi citación; trátase de un asunto en que los querellantes dan muestras de una prisa especial y quieren una solución pronta. ELOY. Soy relator de la ley acerca del aumento de sueldo a los magistrados instructores y pensaba que usted deseaba interrogarme sobre este particular.
Ocultarse de un legítimo esposo..., tal vez; pero de un simple poseedor, ¡jamás! No había que perder la esperanza. En el mero hecho de citarle... ¡Tendría chiste que no viniese! Pero sí; un coche se acerca; su berlina. Efectivamente; el carruaje avanzaba de prisa por el centro del paseo. Don Juan se hizo a un lado, ocultándose tras el grueso tronco de un álamo.
Asfixiado por el trágico hedor que desprendía el humano holocausto, tuvo, por fin, que levantarse, y, envolviéndose el rostro con la capa, se alejó a toda prisa en dirección a la ciudad, hablando consigo mismo y aglomerando oraciones y jaculatorias. La sombra ennegrecía los senderos.
La Junta de Representantes se reúne en medio del conflicto que trae la acefalia del Gobierno, y el general Viamont, a su llamado, se presenta con la prisa en traje de casa y se atreve aún a hacerse cargo del Gobierno.
Yo no he pensado despacio en esas cosas, ni sé cómo será el enamorarse; pero se me figura que debe ser así... más de bullanga, y que entrará... vamos, más de prisa y más recio. Pero esos amores de bullanga, ¿qué falta hacen para ser buenos casados? Yo supongo que ninguna. Para ser buenos casados, dice el Padre Urtazu que lo preciso es la gracia de Dios... y paciencia, mucha paciencia.
En estos días, y mientras cuatro compañías francesas se disponen á salir de París para llevar á las principales ciudades de Europa y de América el gran grito lírico de «Chantecler», Edmundo Rostand ha vuelto modestamente á su retiro de Cambo. Rostand es un ordenado que, como Balzac, escribe de prisa y siempre de noche.
¿Cuánto necesitarías? Unos ochenta o cien duros. Yo te los doy. ¿Y por qué es esa prisa? ¿Le pasa algo a la Ignacia? No, pero he sabido que Carlos Ohando la está haciendo el amor. ¡Y como la tiene en su casa!... Nada, nada. Hablale tú y, si ella quiere, ya está. Nos casamos en seguida.
Palabra del Dia
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