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Actualizado: 3 de noviembre de 2025


Las once habían dado ya en el reloj del torreoncito de la villa, y dos señoras, sentadas a uno y otro lado de la chimenea, hablaban en el gabinete. Una lloraba en silencio; la otra parecía consolarla. Representaba esta más de cuarenta años, y su falta absoluta de pretensiones en nada disimulaba la sorda lima del tiempo.

Por otra parte, el dote estaba tan poco en relación con las pretensiones emitidas, que había pretendientes que no se atrevían a pedir lo que otros no se dignaban solicitar.

Mientras disputaban los ricos entre ellos o se indignaban examinando las pretensiones de los trabajadores, éstos seguían en su actitud de protesta. La huelga había comenzado parcialmente, con una falta de cohesión que demostraba la espontaneidad de la resistencia.

Mal podría recogerla cuando ya es un hecho evidente que Dios se la llevó de este mundo. ¿A qué conduce el amenazarme con ella, haciéndola instrumento de tus malas artes para conmigo? No pienses en esto. Por última vez te aconsejo que desistas de tus locas pretensiones, y te presentes ante con bandera de paz. ¿Eres un malvado o un desgraciado?

El Ferrer, con sus pretensiones de artista, sólo trabajaba cuando tenía que reparar una escopeta, transformar un viejo trabuco de chispa en arma de pistón, o fabricar aquellas pistolas con adornos de plata que admiraban al Capellanet. Deseaba éste verle preferido por su hermana; que el verro entrase en su familia con sus asombrosas habilidades.

Tiburcio quiso contradecir a Morsamor en este punto, suponiendo que le había amado también donna Olimpia, y hasta que doña Sol había estado a punto de amarle y tal vez le hubiera amado a insistir él con firmeza en sus pretensiones. Morsamor no aceptó la lisonja. Harto probaban que lo era el frío desdén con que le despidió doña Sol y la traidora fuga de la italiana.

Le repito a usted que no se atrevería a decirlo. Y yo le repito a usted que como ello fuese verdad me juzgaría tan orgulloso que se lo haría saber a todo el mundo, y lo publicaría a gritos... ¡Cómo! ¿Te atreves a decir?... La verdad. ¿Se atreve usted a afirmar que Antoñita le ama? Me atrevo a decir que ha hecho buena acogida a mis pretensiones y que ayer mismo... ¡Acaba!

Allí, en torno de aquella gran chimenea, hay un caballero de guantes amarillos que refiere sus aventuras de la mañana y sus apuestas en el bosque de Bolonia; un periodista orador que relata en la conversación su folletín del día siguiente; un dandy que vive a expensas de una actriz y la paga con elogios; otro que se arruina por ella y se ve obligado a enumerar sus perfecciones como para justificar ante sus amigos el empleo de su dinero; todo esto, formando una extraña confusión, una amalgama de amor propio y pretensiones, suministraría material suficiente para escribir cien volúmenes, y mi único propósito es referir una historieta.

Su porvenir estaba en el teatro. Iba a hacer la vida alegre y tarifada en esta América, de la que le habían dicho maravillas, pero por escaso tiempo y con pretensiones modestas. Sólo aspiraba a reunir cincuenta mil francos. Con esta cantidad y su aspecto, que no era del todo malo, pensaba abrirse paso en París.

Los estudios no son allí malos y la admisión de pensionistas se hace con menos pretensiones aristocráticas que en el Sagrado Corazón, por ejemplo. Elena, por otra parte, está delicada desde ayer, y el médico ha aconsejado que se le haga guardar cama. Es, sin duda, la consecuencia del cambio de aire y de vida.

Palabra del Dia

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