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Los caballeros, como no carezcan de metales preciosos o de los signos que los representan, se hacen traer de Londres trajes, caballos y coches, y las señoras se hacen traer de París vestidos y tocados. La cocina francesa hace que la española se olvide o se pervierta.

Los padres, los maestros, los directores de los establecimientos de educacion y enseñanza, deben fijar mucho la atencion en este punto, para precaver la pérdida de un talento, que bien empleado, podria dar los mas preciosos frutos, y evitar que no se le haga consumir en una tarea para la cual no ha nacido.

Conque vea usted si tengo razón para decir que los materiales para esta obra son los más preciosos y más abundantes que pueden desearse. Vamos pues a delinear la planta.

Los dieciocho preciosos documentos, de que el Catálogo da cuenta, contemporáneos de la conquista, y sólo posteriores los más en doce ó catorce años á la muerte de Mahoma, manifiestan la bondad y la moderación de los conquistadores. En cambio, otros documentos de época posterior se pueden aducir, como prueba de la dureza de la dominación muslímica, al menos contra los cristianos.

No en balde estuvo el Paraíso terrenal en el Asia. En la Grecia antigua, las cortesanas y también las castas matronas apetecían los zapatos venidos del Asia, zapatos al parecer preciosos, adornados con pinturas de mucho mérito y figuras cinceladas en metal.

Don Fadrique y el P. Jacinto iban y venían á Villabermeja; pero estaban más tiempo en la ciudad. La donación de los bienes de D. Fadrique se había hecho en toda regla y con el posible sigilo. Don Fadrique vivía modestamente de su paga de oficial retirado. Habitaba, no obstante, en Villabermeja la casa del mayorazgo, alhajada con los preciosos muebles que trajo cuando vino.

Lo único por lo que siento morirme es por no ver más estos seres preciosos, encantadores. Al mismo tiempo le cogió con dos dedos la barba. Ya sabemos que Manuel Antonio no podía sufrir tales juegos de manos delante de gente. Vamos, pajalarga, quieto exclamó poniéndose serio y rechazándole. ¿Que no eres precioso?

No ha podido darse para la América mayor desgracia, que el olvido y abandono de tan interesantes obras; porque no hay un pais en el globo que mas lo necesite, por la disposicion de sus terrenos y lugares, en que se hallan las fuerzas de los preciosos metales y demas riquezas de la naturaleza, que forma la cadena que enlaza las naciones, para que reunidas formen un pueblo hermano y comerciante.

Manolita, una chatilla de ojos negros y boca grande con dientes preciosos, preguntó a León qué hora era. Este, sacando el reloj, respondió que las diez y cuarto. El reloj del conde estaba parado: eran ya cerca de las doce. Esta equivocación hizo gozar vivamente a las niñas. Manolita, sobre todo, quería desvestirse de risa.

Entretanto, vivía doña Luz en el caserón de don Acisclo, donde tenía holgada e independiente habitación, y donde había traído, para adornarla, sus más bonitos y preciosos muebles y sus libros mejores. En pago de esta hospitalidad, hacía aceptar a don Acisclo, por más que éste se había resistido, más de la mitad de sus rentas, o sea 8.000 reales al año.