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Entró la prófuga sin preguntar, con no poco asombro de Daniela, que al pronto no la conoció. ¿Pero qué significaban, qué eran, de dónde habían salido aquellos jardines, que formaban como alameda de preciosos arbustos desde la puerta, en todo lo largo del pasillo?

En él se encontrará el orígen de tantas predicciones como se hacen sobre las variaciones atmosféricas, que bien pronto la experiencia manifiesta fallidas; de tantas conjeturas sobre manantiales de agua, sobre veneros de metales preciosos, y otras cosas semejantes.

Buenos ojos le vean a usted, Pepe dijo Esperancita clavando los suyos, risueños y nada feos, en el famoso salvaje. Preciosos son los que le están viendo ahora se apresuró a decir Ramoncito. Castro, antes de responder, le volvió a mirar severamente. El concejal, aturdido, dijo para amenguar un poco su torpeza: Porque ésta es la familia de los ojos bonitos. Gracias, Ramón.

Con respecto á su industria, de la que en otro lugar nos ocupamos, tenemos que añadir datos muy preciosos sobre el comercio que ha hecho en 1856 con los Estados-Unidos de América.

¡Oh aquella mirada!... Fué para el ingeniero lo mejor de la entrevista, y la recogió en su memoria, esforzándose por conservarla con toda su luz, para que le acompañase en las largas horas que pasaba allá en la fundición entregado á la vida de los recuerdos. Sanabre se convencía de que era amado por Pepita. Su mirada, su voz, valían más que todos los papeles preciosos que guardaba en su despacho.

Privados de su baluarte, quizá los habitantes de la aldea amenazada persistan en no moverse de allí por amor á su hogar natal; pero tarde ó temprano, el peligro se hace inminente, y hay que emigrar á toda prisa, llevándose los objetos preciosos y dejando la casa á merced de las nieves amenazadoras.

Luego luego nos dió cuantos preciosos informes podian importarnos acerca de Francfort, con explicaciones muy interesantes, y nos ofreció mil pequeños servicios. Al salir del tren, se apresuró á conducirnos al mejor hotel y recomendarnos muy particularmente á la consideracion del hostelero y sus sirvientes, y luego nos pidió permiso para volver despues de algunas horas á visitarnos.

Penetramos en ella y nos encontramos en medio de preciosos parterres y macizos de flores, de entre los cuales salió un anciano de aspecto bondadoso, que al vernos se sonrió y nos preguntó qué queríamos. » Venimos a comprar flores contesté yo. »Y sacando con majestad del bolsillo dos monedas de a cinco francos, suma de nuestras dos fortunas reunidas, añadí: » Podemos gastar todo esto.

La niña asomó, por fin; y algo blanco, un papel, un billete, comenzó a descender en el aire con vacilante ondulación. ¿Qué signos preciosos traerían para él aquellas alas mensajeras? ¿Cuál habría sido el acento escogido por su amada para poner un pedazo de su alma en la solemne despedida? Recibió el papel en el sombrero y lo abrió.

Con mucho gusto respondí, sintiendo súbito por aquella niña ardiente simpatía. A me gustan muchísimo los versos, ¡Me encantan! ¿sabe uté? A casa venía un chico que los hacía, ¡tan bonitos! ¡tan bonitos! Vamos, eran preciosos. Otros los hacían bonitos también, pero como Pepe Ruiz, ninguno.