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Actualizado: 19 de julio de 2025
Eres una personilla delicada, muy delicada, quizás de inmenso valor; pero ¡qué demonio!, pon un arpa en manos toscas... ¿qué harán?, romperla.... Porque tu constitución débil no te permita romper piedra y arrastrar tierra como esas bestias en forma humana que se llaman Mariuca y Pepina, ¿se ha de afirmar que no sirves para nada? ¿Acaso hemos nacido para trabajar como los animales?... ¿No tendrás tú inteligencia, no tendrás tú sensibilidad, no tendrás mil dotes preciosas que nadie ha sabido cultivar?
15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido por ella, se pondrán lejos de ella por el temor de su tormento, llorando y lamentando, 16 Y diciendo: ¡Ay, ay, aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino finísimo, y de escarlata, y de grana, y estaba dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas! 17 Porque, ¡en una hora han sido desoladas tantas riquezas!
Sólo hay un medio... ya os lo he dicho... acabar de una vez... cuando un enemigo se hace demasiado terrible, como, por ejemplo, la reina... No, no dijo con repugnancia el duque ; no es necesario llegar á tanto... la reina... la tenemos sujeta... esas cartas... esas preciosas cartas... ¡oh! guardadlas bien... guardadlas.
Había allí un verdadero arsenal de cartas y papeles comprometedores, importantísimos por los nombres que los firmaban, perfectamente ordenados y clasificados en una especie de memoria adjunta, en que una pluma muy hábil había estampado datos interesantes y preciosas observaciones.
4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y de grana, y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
Y en las esquinas de la habitación, en caballetes negros, sin ornamentos dorados, ostentaban su rica encuadernación cuatro grandes volúmenes: El Cuervo de Edgar Poe, el Cuervo desgarrador y fatídico, con láminas de Gustavo Doré, que se llevan la mente por los espacios vagos en alas de caballos sin freno: el Rubaiyat el poema persa, el poema del vino moderado y las rosas frescas, con los dibujos apodícticos del norteamericano Elihu Vedder; un rico ejemplar manuscrito, empastado en seda lila, de Las Noches, de Alfredo de Musset; y un Wilhelm Meister el libro de Mignon, cuya pasta original, recargada de arabescos insignificantes, había hecho reemplazar Juan, en París, por una de tafilete negro mate embutido con piedras preciosas: topacios tan claros como el alma de la niña, turquesas, azules como sus ojos; no esmeraldas, porque no hubo en aquella vaporosa vida; ópalos, como sus sueños; y un rubí grande y saliente, como su corazón hinchado y roto.
Es menester que lo sepas... Clarita me tiene embobado. Por ella, no más que por ella, aguanto á su madre. Lo que yo quería, como un bribón de siete suelas, es que se quedase por aquí... para ir á verla y para que ella me agasajase, como me agasaja ahora, cuando voy á casa de su madre, sirviéndome, con sus blancas y preciosas manos, jícaras de chocolate y tacillas de almíbar.
Su caja de tabaco, que él mostraba de continuo, pues no cesaba de tomar rapé, era un primor artístico, por los esmaltes y las piedras preciosas que le servían de adorno.
Sostienen la techumbre 32 columnas octógonas, estucadas, en cuatro filas iguales, y sobre sus capiteles se alzan 28 arcos en herradura, con bellos arabescos, los cuales apoyan otros órdenes de columnitas preciosas, pareadas, que soportan inmediatamente los artesonados.
Así, al lado del parque aristocrático destinado solo á los placeres campestres, se ve la magnífica huerta de preciosas legumbres y árboles frutales, admirablemente bien conservada y tan limpia como el pavimento de un salon; y el jardin mismo, que parece no ser sino un objeto de recreo, da sus productos á merced de un cuidado singular.
Palabra del Dia
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