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Actualizado: 27 de julio de 2025
Por aquella época, la ilustre viuda empezaba a declinar ostensiblemente en su porte y en la limpieza y compostura de su vestimenta, si bien no había llegado, ni con mucho, al lastimoso extremo de abandono en que la hemos conocido más tarde. Los niños entraron del colegio, y Rosalía fue a darles la merienda.
¡Joven, buen mozo y de buen porte! dijo Salomé disponiendo su cuerpo para el tercer paroxismo. ¡Joven, buen mozo y de buen porte! exclamó Paz en el colmo de la indignación. ¿Es esto creíble? ¡Qué circunstancias tan agravantes! ¡No siga usted, por Dios! dijo Salomé ya medio desmayada. No siga usted, que mi sobrina es muy impresionable y no puede oír ciertas cosas. Estamos acostumbradas....
Sin ser muy alta, tenía una estatura y porte majestuosos. Era delgada, flexible y elegante como las bellas damas del Renacimiento que los pintores italianos escogían para modelos. La línea de su cuello mórbido y lustroso recordaba las estatuas griegas.
Así que llegó de Sarrió haría unos tres años, poco más o menos, fue el ídolo de las damas de Peñascosa por su elegante porte, que hacía contraste con el desaliño de la mayor parte de los sacerdotes de la villa, por su conversación alegre, por sus bromitas y, sobre todo, por su afición a estar siempre entre ellas.
Después, lanzándose hacia una carronada: ¡Muchachos! si no me equivoco, ese navío llega del mar del Sud; en esa popa corta y achatada, en ese porte, reconozco una navío español o portugués que se dirige a Lisboa, ignorando sin duda que hemos declarado la guerra a los ingleses. ¡Allá él! Pero ese perro debe tener piastras en el vientre.
Con sus ojos audaces de loba hambrienta invitaba a Luna a entrar. Le gustaba el porte «aseñorado», como ella decía, de aquel hombre, la soltura que le daba su antiguo trato con el mundo.
D nos llevó en su coche á su casa, amueblada con elegante lujo, y nos presentó á su familia, compuesta por el momento de una bella señorita, una señora amable y llena de sencillez en su porte, su trato y sus atavíos, y dos señoras mas de su parentela, poco mas ó ménos análogas en sus fisonomías y maneras.
Al cantar ese «¡ay!, a ti», Juanita miró con ojos muy dulces a don Paco. Luego siguió cantando: Arroz con leche, me quiero casar con un guapo mozo de porte real. Y tocando con sus manos en los hombros de cuantos había en el corro, sin excluir al cura, que la miraba complacido, Juanita fue diciendo: Ni con este, ni con este, ni con este.
El aspecto era el de una dama caracterizado, como era usual en aquellos tiempos, más bien por cierta dignidad en el porte, que no por la gracia delicada, evanescente é indescriptible que se acepta hoy día como indicio de aquella cualidad. Y jamás tuvo Ester más aspecto de verdadera señora, según la antigua significación de esta palabra, que cuando salió de la cárcel.
El Inglés, orgulloso por naturaleza, frio en su porte, material en sus gustos, intolerante en extremo, reservado por cálculo, y prosaico y positivo en sus aspiraciones, ó se muestra reservado con toda sociedad que le es extraña, ó les impone á los demás su voluntad, en cuyo caso suele llegar á la jovialidad. El orgullo es la fuente de todas sus virtudes, como de todos, sus defectos.
Palabra del Dia
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