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El santo Concilio de Trento mandó, que no se publicasen milagros sin aprobacion del Ordinario Eclesiástico, y en algunas Sinodales nuestras se previene, que no se pongan en las Iglesias las señales que suelen ponerse por indicio del milagro, sin la aprobacion del mismo Ordinario.

¡Ay! Pongan una mano sobre los latidos de su corazon, y que respondan una vez: ¿es eso justo? Todo lo dan: ¿han de dar hasta la honra, como la madre que falta de alimento, da al hijo sus lágrimas? ¿Pero por qué hay hombres que propagan ideas mayores que su siglo ó su pueblo?

Y volviéndose a uno de los criados: Decid que pongan el cupé, en seguida. No, señorita, no, os ruego. El aire libre me calmará... tengo necesidad de caminar... dejadme partir. ¡Partid, pues!... Pero no tenéis abrigo... Tomad este chal para cubrios. No tengo frío... mientras que vos... con ese traje... parto para obligaros a entrar.

Que se pongan inmediatamente en camino para Nieva... procurando no asomarse a las ventanillas cuando pasen por aquí. Que arreglen el asunto lo más pronto posible y envíen el aviso del día y la hora a Sarrió. lo recibes allí y me lo traes inmediatamente... Después ya me arreglaré para salir de aquí sin que tu padre y Cecilia lo adviertan.

Apurando el ejemplo que tenemos entre manos, he de añadir que esto del mundo del que tanto se la hablaba y que ella hubiera adivinado aunque nada le hubieran dicho, porque la humana naturaleza es una parlanchina que todo lo descubre, y, más o menos recio, habla a la imaginación, aunque se la pongan candados en la lengua y se la confine a las soledades de un desierto; que esto del mundo, repito, la dio bastante que pensar desde que traspuso las fronteras de la niñez y entró con paso más firme y con doblados alientos de vida y con mayores fuerzas de visión, en los términos de la juventud.

-Pero, ante todas cosas, es menester que esta buena dueña y esta mala doncella pongan el derecho de su justicia en manos del señor don Quijote; que de otra manera no se hará nada, ni llegará a debida ejecución el tal desafío. -Yo pongo -respondió la dueña. -Y yo también -añadió la hija, toda llorosa y toda vergonzosa y de mal talante.

Pero sin cansarte, ¿eh? Cuando te canses, lo dejas; no quiero que se me pongan enfermos estos ojitos tan monos. Y besaba los ojos de Maltrana delicadamente, como si temiera lastimarlos con sus labios. Podías hacer también cosas para los teatros; mi tío dice que eso da mucho dinero... Pero no: ¡qué bruto soy!

Lo de la Inquisición es una cantaleta que nos están dando los extranjeros desde hace mucho tiempo, y que nos tiene ya tan aburridos, que casi justifica que algunos españoles se pongan fuera de y en apariencia se vuelvan locos, aunque sean sujetos de mucha madurez y juicio.

Como nosotros no vemos intuitivamente la verdad infinita en que todas las verdades son una, en que todos los bienes son uno, y como estamos en relacion con un mundo de seres finitos y por consecuencia múltiplos, hemos menester diferentes potencias que nos pongan en contacto, por decirlo así, con esa variedad de verdades y bondades finitas; pero como estas á su vez nacen de un mismo principio y se dirigen á un mismo fin, están sometidas á la armonía, que es la unidad de la multiplicidad.

Yo no le conocía, pero hay que tratar mucho a los hombres. Depende de las circunstancias que se muestren tales como son. Ahora no me cabe duda de quién es Antonio. Hubiese hecho con tu madre una excelente pareja. Los dos son iguales. Unos «fachendas», hambrientos de figurar, deseosos de meterse en una esfera superior a la suya, aunque se pongan en ridículo.