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Actualizado: 1 de septiembre de 2025
Y en estas simpáticas disposiciones hacia el violinista fue a la boda de su hermana. ¡Qué había de suceder! Un desastre. A la primer coyuntura aquellos dos pellizcos se los aplicó en el alma al causante de todo. Presentacioncita, ¿me haría usted el honor de bailar conmigo esta polka? Gracias, no bailo. Pocos instantes después llega otro joven y le hace la misma invitación.
Decíamos que estábamos cerca de la casa del hermano mayor, y esto bien fácil nos es conocerlo, porque distintamente llegan á nuestros oídos los ecos de la marcha de Pan y Toros, tocata ahora en boga en Filipinas, cual lo será Dios mediante, dentro de ocho ó diez años, la jota del Molinero de Subiza, ó la polka de Flama. Ya estamos á la vista de la casa.
Visita se sentó al piano y tocó la polka de Salacia, un baile fantástico de gran espectáculo que se representaba aquellas noches en Vetusta. Salacia, la hija del mar, sacaba a sus hermanas del océano y no se sabe por qué a las bacantes a bailar en la playa una danza infernal; Ana recordó la impresión que aquella polka había causado en sus sentidos.... «¡Las bacantes!
Gonzalo, en el medio del salón, mostrábase también alegre, departiendo cuándo con una, cuándo con otra dama. Había bailado con su cuñada un rigodón, y una polka y un vals con dos amigas de su esposa. Sudaba copiosamente. No cesaba de limpiarse la frente con el pañuelo. Su gran figura de coloso, descollaba como una torre por encima de todas las cabezas.
¡Ea, ea, al monte! gritó en aquel momento Obdulia desde la huerta ¡al monte, al monte! a despedirse de los árboles.... Visitación azotó con fuerza las teclas violentando el compás de su polka... y en seguida cerró el piano con ímpetu: ¡Al monte! ¡al monte! gritaron de arriba y de abajo.
No se olvide que en la polka primitiva había su poco de dislocación, mucho contoneo, y que hasta se exigían, para bailarla en regla, tacones de metal en las botas. De modo que bailar la polka era dar un espectáculo, punto más curioso que el que dar pudieran la Güy Stephan ó la Petra Cámara.
¡Qué animado está el señor alcalde! le decía una dama del bajo imperio. Hay que aprovecharse de la ausencia de Ventura respondía el joven riendo. ¿Dónde está su marido, Magdalena? Por ahí anda. Baile usted conmigo esta polka. Vamos a engañar a nuestros cónyuges respectivos. No puedo. La tengo comprometida con Peña.
Creía que se bailaba en los salones la polka íntima que él, años atrás, había visto bailar en Madrid, con ocasión de cierto viaje curioso. En mi tiempo bailábamos de otra manera. El Arcipreste olvidaba de buena fe que él nunca había bailado más que con alguna silla. Eso sí; allá, cuando seminarista, había sido gran tañedor de flauta y bailarín sin pareja.
Y ellas no se hacían de rogar; abrían el piano; una de ellas aporreaba una polka o wals, y las otras, abrazándose en parejas, bailaban, volteaban alegres, riendo, chillando y besándose.
«Así son ellas,» pensó Lázaro al verlas; y volviendo al libro los ojos, prosiguió su paseo hasta llegar a la ventana donde estaba la doncella, que para distraer su trabajo tarareaba a media voz una polka de moda.
Palabra del Dia
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