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Actualizado: 19 de junio de 2025


Como si la maternidad aguzase su razón, la muchacha preguntábase si Isidro era tan grande como ella le había creído, si no faltaba algo esencial en aquel hombre sin voluntad para el trabajo, indeciso e inquieto, que en plena amenaza de miseria pasaba gran parte del día olvidado de su situación, charlando en el Ateneo y en los cafés del porvenir de la juventud, de la decadencia de «los viejos», de lo que debía ser el arte, anunciando a voces que pensaba escribir grandes cosas, pero sin fuerzas para coger la pluma, sin constancia para la labor.

Hasta hace cien años, los hombres vivían como esclavos de los reyes, que no los dejaban pensar, y les quitaban mucho de lo que ganaban en sus oficios, para pagar tropas con que pelear con otros reyes, y vivir en palacios de mármol y de oro, con criados vestidos de seda, y señoras y caballeros de pluma blanca, mientras los caballeros de veras, los que trabajaban en el campo y en la ciudad, no podían vestirse más que de pana, ni ponerle pluma al sombrero: y si decían que no era justo que los holgazanes viviesen de lo que ganaban los trabajadores, si decían que un país entero no debía quedarse sin pan para que un hombre solo y sus amigos tuvieran coches, y ropas de tisú y encaje, y cenas con quince vinos, el rey los mandaba apalear, o los encerraba vivos en la prisión de la Bastilla, hasta que se morían, locos y mudos: y a uno le puso una mascara de hierro, y lo tuvo preso toda la vida, sin levantarle nunca la máscara.

Pero si antes le costaba trabajo concentrar su atención, ahora le fué del todo imposible; de tal suerte, que á los pocos minutos dejó la pluma descansar, metió las manos en los bolsillos y se recostó en la silla, quedando inmóvil con los ojos en la pared.

Esto me vuelve loca... y de veras que estoy loca de amor. Aquí y sin apartarme de ella un instante, he de pasar toda la vidaLa pluma volaba y revolaba alrededor de la pastora, hasta que fué á posarse sutilmente sobre su hombro, y en él hizo mil morisquetas y remilgos con sus flecos.

883 Me ocupaba con esmero en floriar una baraja; el la guardaba en la caja en paquetes, como nueva; y la media arroba lleva quien conoce la ventaja. 884 Comete un error inmenso quien de la suerte presuma; otro mas hábil lo fuma, en un dos por tres lo pela, y lo larga que no vuela, porque le falta una pluma.

Pero para que no se me tache de imprudente, quiero demostrarte que te equivocas mucho. CERVANTES siguió tus banderas, y te sirvió heróicamente en las aguas de Lepanto, donde su vida perdiera, si el DESTINO no le dedicase a un fin más grande. Si tiró la espada para coger la pluma, fué por la voluntad de los inmortales, y no por despreciarte, como tal vez te lo has imaginado en tu loco desvarío.

Con un violento esfuerzo, trató de dominarse, de recobrar su sangre fría, y consultando el alfabeto, deletreó letra por letra: «Señorita, el hombre con quien va usted a casarse es mi esposo ante la ley inglesa y el padre de mi hijo, que muy pronto no tendrá tampoco madre. Juana Dodson...» ¡Había leído bien! Esta vez la pluma se cayó al suelo. ¿Era verdad? ¿Era posible?

En este sentir pensaba mantenerme, cuando la no esperada dicha de tenerme V. E. en su memoria me alienta de manera, que con su patrocinio proseguiré la impresión de los autos, que son los que sólo he procurado recoger, porque no corran la deshecha fortuna de las comedias, temeroso de ser materia tan sagrada, que un yerro, ó de la pluma ó de la imprenta, puede poner un sentido á riesgo de censura; y así remito á V. E. la memoria de los que tengo en mi poder con la de las comedias que así esparcidas en varios libros, como no ofendidas hasta ahora, se conservan ignoradas, para que V. E. disponga de uno y otro, en cuyo nombre proseguiré la impresión de los autos, luego que me halle convalecido, de que daré parte á V. E., reservando la liberalidad que me ofrece para cuando necesite valerme de ella.

Cuando llegaba a las ocho de la mañana al escritorio, ya traía hecha la tarea de cualquier hombre en todo el día. A las doce de la noche aún se le podía ver muchas veces con la pluma en la mano en su despacho.

Este, que se le sigue es el DE VERA DON JUAN, que por su espada y por su pluma Le honran en la quinta y quarta esfera. Este, que el cuerpo y aun el alma bruma De mil, aunque no muestra ser christiano, Sus escritos el tiempo no consuma. Cayóseme la lista de la mano En este punto, y dixo el dios: con estos Que has referido está el negocio llano.

Palabra del Dia

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