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Actualizado: 10 de junio de 2025


Da compasión y vergüenza en la República Argentina comparar la colonia alemana o escocesa del Sur de Buenos Aires y la villa que se forma en el interior; en la primera las casitas son pintadas, el frente de la casa siempre aseado, adornado de flores y arbustillos graciosos; el amueblado sencillo, pero completo; la vajilla, de cobre o de estaño, reluciendo siempre; la cama con cortinillas graciosas, y los habitantes, en un movimiento y acción continuos.

¡Atrás, niñas! dijo doña Manuela a sus hijas . ¡Atrás, que vienen esos brutos! Los brutos eran los de la degòlla: un pelotón de gañanes con la cara tiznada, gabanes de arpillera con furias pintadas, y coronados de hierba, que cerraban la marcha, repartiendo zurriagazos entre los curiosos que ocupaban la primera fila con sus garrotes de lienzo, más ruidosos que ofensivos.

Las paredes pintadas de blanco brillante, con medias cañas a cuadros doradas y estrechas, reflejaban los torrentes de luz que entraban por los balcones abiertos de par en par a toda aquella alegría.

Adornaron las archivoltas con menudos pometados, inscribieron los arcos en vistosos y ámplios recuadros formados de muchas cenefas primorosamente labradas á cincel y punzon: pusieron en las enjutas grandes florones de nueva forma, en que campean y se enroscan sutiles vástagos prendidos á sus bayas, formando postas y ondulosas lazadas sobre fondo de espeso ataurique picado, á modo de culebras que se desnudan de sus escurridizas y pintadas pieles revolviéndose en un tapiz de flores.

Desde las diez del día comienzan a dar varias vueltas con orden, a toque o ruido de cajas, por la plaza, unos a pie y otros a caballo, en que arman varias escaramuzas y torneos; hasta las doce, a cuya hora se anuncia la festividad con repiques de campanas y algunos tiros de camaretas, a cuya señal concurren todos los del pueblo a la puerta de la iglesia, en cuyo pórtico está colocado el real retrato en el lado correspondiente al evangelio, en un cajón, con sus puertas y cortinas interiores, y al lado opuesto están las armas reales pintadas en la pared o en lienzo.

A la vista no se le puede negar la misma facultad con respecto á las superficies, porque es imposible ver sin que al mismo tiempo se ofrezca al menos un plano. El punto inextenso no puede pintarse en la retina: desde el momento que un objeto se pinta, tiene partes pintadas.

Son los pericos, los papagayos, las guacamayas, la torcaz, el turpial, las aves enormes y pintadas cuyo nombre cambia de legua en legua, bulliciosas todas, alegres, tranquilas, en la seguridad de su invulnerable independencia.

Sobre ella se ven las armas imperiales, pintadas en la pared; obra, sin duda, del mismo autor de aquella leyenda conmemorativa. Con lo cual terminan todas las cosas que hay que notar en el salón-mirador ó vestíbulo del humilde Palacio de Yuste. Entramos, pues, en el Palacio.

En cuanto al interior, más antiartístico es, aun, el aspecto que ofrecen nuestras casas modernas. Lisas paredes pintadas con medias tintas, cielos rasos en los techos, sencillísimos portajes de pino, solerías de cemento, de barros de colores ó de mármol y ... nada más.

Los oficiales se miraron entre con expresión entre asombrada é incrédula; el capitán, sin atender al efecto que su narración producía, continuó de este modo: No podéis figuraros nada semejante á aquella nocturna y fantástica visión que se dibujaba confusamente en la penumbra de la capilla como esas vírgenes pintadas en los vidrios de colores que habréis visto alguna vez destacarse á lo lejos, blancas y luminosas, sobre el obscuro fondo de las catedrales.

Palabra del Dia

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