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Actualizado: 10 de octubre de 2025
Salamanca, por el contrario, se me presentaba en la Calle de Zamora, vestida de paño y de terciopelo, de hierro y de gamuza, como una especie de ricahembra apercibida á asistir al Consejo ó á la batalla, y más aficionada al templo que al sarao. Muchas casas eran de piedra, y otras estaban pintadas de un modo severo, anticuado, monumental.
Abrígase allí la creencia de que sea obra del grande Almirante, pero es más probable que la delineara su hijo D. Fernando Colón, al cual perteneció. Como quiera que sea, muestra pintadas en dos lugares distintos tres naves navegando en conserva; dos de ellas con aparejo redondo y la tercera latino.
La primera figura que se ofreció á los ojos de Don Quijote, fué la de la misma muerte con rostro humano; junto á ella venía un ángel con unas grandes y pintadas alas; al un lado estaba un emperador con una corona, al parecer de oro, en la cabeza; á los pies de la muerte estaba el dios que llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcaj y saetas; venía también un caballero armado de punta en blanco, excepto que no traía morrión ni celada, sino un sombrero de plumas de diversos colores: con éstas venían otras personas de diferentes trajes y rostros.
Batiste se fijó por primera vez detenidamente en la famosa taberna, con sus paredes blancas, sus ventanas pintadas de azul y los quicios chapados con vistosos azulejos de Manises. Tenía dos puertas.
Cuando yo le hablo del asunto mueve la cabeza con incredulidad. «Pero si todo el mundo lo dice», agrego yo. Y él responde: «En nuestro país, todo el mundo es el Presidente». Y no dice más. Se encierra y se pone a leer unos libros muy grandes en que hay pintadas plantas de trigo y de maíz, ovejas, vacas y caballos, arados y máquinas. Bueno, Marianela, me voy.
Era alta, de aspecto majestuoso, algo abultada de formas, lo mismo que las divinidades pintadas al fresco en los techos; pero de una blancura esplendorosa, las pupilas grises con una lenteja verde en el centro, la cabellera de un rubio flácido y desteñido, como si acabase de surgir de un intenso lavado.
Las columnas fueron pintadas de blanco con ráfagas de rosa y verde, destinadas á hacer creer que eran de jaspe. En los dos testeros próximos á la entrada, se colocaron espejos como de á vara; pero no enterizos, sino formados por dos trozos de cristal unidos por una barra de hojalata.
Los muebles eran muy modestos; reducíanse á unas mesas de palo, pintadas de color castaño simulando caoba en la parte inferior, y embadurnadas de blanco para imitar mármol en la parte superior, y á medio centenar de banquillos de ajusticiado, cubiertos con cojines de hule, cuya crin, por innumerables agujeros, se salía con mucho gusto de su encierro.
La plaza se vino abajo... ¡Era cosa de comérselo!... En el quinto toro puso otras al relance, cuando menos se pensaba, que dejó pasmado a todo el mundo... Sobre el mismo morrillo las dos... ¡Ni pintadas, chico!... La plaza se vino abajo... ¿Pero no estaba en el suelo ya? ¿Cómo? Sí, hombre, acabas de decirme que se vino abajo en el primer par. ¡Bueno, bueno!... tú siempre de guasita.
Estos, indudablemente, son de su mano . Los dos cuadros de mayor empeño que realizó durante aquel viaje fueron La túnica de José, que esta en El Escorial, y La fragua de Vulcano. Ambos tienen igual número de figuras de tamaño natural, seis cada uno; varias pintadas con los mismos modelos. El asunto bíblico de La túnica de José esta dispuesto sin gran fidelidad al sagrado texto.
Palabra del Dia
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