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Actualizado: 22 de junio de 2025


Ortiz de Pinedo, viene a caer fatalmente en este horrible dilema: o suicidarse, o ser la manceba del torero Severiano, alias el Zuncho.

Cerca de él una señora anciana, que era la madre de la esposa de Calderón, aunque mucho se diferenciaba de ella en el rostro y la figura: delgada al punto de no tener más que la piel sobre los huesos, morena, ojos hundidos y penetrantes, revelando en todos los rasgos de su fisonomía inteligencia y decisión. Hablando con ella está Pinedo, el inquilino del cuarto tercero.

El apellido de Pinedo era el más famoso de todos los de los cómicos en la época de Lope de Vega, y de uno de éstos dice en su Peregrino que era el más admirable de todos los que lo llevaban. A pesar de nuestras prolijas investigaciones, no hemos podido proporcionarnos más datos y distinguirlo de sus homónimos.

Este Pinedo, que ocupaba uno de los cuartos terceros de la misma casa propiedad de Calderón, desempeñaba un empleo de bastante importancia en la Administración pública. Los vaivenes de la política no lograban arrancarle de él. Tenía amigos en todos los partidos, sin que se hubiese jamás decidido por ninguno.

D. Vicente Lopez: se dijo: Que reproducia en todas sus partes el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, teniendolo activo y decisivo en sus casos el Sr. Síndico Procurador. Por el Sr. D. Mariano Conde, se dijo: Que reproducia el anterior voto del Sr. D. Vicente Lopez. Por el Sr. D. Ambrosio Pinedo, se dijo: Que reproducia el voto del Sr. D. Manuel Belgrano en todas sus partes. Por el Sr.

Entonces el duque se apoderó de Pepa Frías, mostrándose con ella tan galante y expresivo, como si fuese a hacerle una declaración de amor. El general, observándolo, dijo a Pinedo: Mire usted al duque, qué animado se ha puesto. De fijo le está haciendo el amor a Pepa. No respondió gravemente el empleado . A lo que está haciendo el amor ahora es al negocio de las minas de Riosa.

En cuanto él entró esparcióse por la habitación un perfume penetrante. ¡Jesús, qué peste!-exclamó por lo bajo Pepa Frías después de darle la mano-. ¡Qué afeminado es este Ramoncito! ¡Hola, barbián!-dijo el joven tomando de la barba con gran familiaridad a Pinedo-. ¿Qué te has hecho ayer? Pepe Castro ha preguntado por ti.... ¿Ha preguntado por Pepe Castro? ¡Tanto honor me confunde!

Allá nos vamos, chico; no vengas echándotelas de fanciullo, porque es muy cursi, sobre todo delante de estas niñas. ¡Pero hombre, que siempre han de estar ustedes riñendo! exclamó Pepa Frías . Acaben ustedes pronto por batirse, ya que los dos no caben en el mundo. Donde no caben los dos le dijo por lo bajo Pinedo es en casa de Calderón.

Su sueldo era de cuarenta mil reales, y con él vivían económicamente padre e hija, en el tercero que Calderón les dejaba por veintidós duros al mes. Los gastos mayores de Pinedo eran de representación. Como frecuentaba una sociedad muy superior a la que, dada su posición, le correspondía, era preciso vestir con elegancia y asistir a los teatros.

Por ahí se empieza, joven manifestó Calderón con acento Protector. No; no se empieza por ahí dijo gravemente Pinedo . Se empieza por rumores. Después la explicación de un voto particular o la defensa de una proposición incidental. Por último, la intervención en los grandes debates económicos.... Pues bien. Ramón se encuentra ya en la tercer categoría, en la de los ruegos.

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