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Actualizado: 19 de junio de 2025


Las palas del vaporcito, pesadamente batían las aguas del Pasig, evitando el timonel con una lenta marcha, el choque con alguna de las muchas pequeñas embarcaciones que afluyen en aquellas horas á las cercanías del puente colgante, cargadas unas de cocos, verduras, leña, piedras, ladrillos y tejas, y conduciendo otras gran número de alegres cigarreras que tienen su trabajo en la fábrica de Arroceros, y su domicilio en alguna de las poéticas casitas que bordan las orillas del río, y forman parte de los pueblos que hemos de ver desde las bandas del vapor.

El señorito de Limioso se acercó otra vez, levantó el visillo y llamó a don Eugenio. Mire, Naya, mire para aquí.... Buena gana tienen de subir ni de tirar piedras.... Están bailando. Don Eugenio se llegó a la vidriera y soltó la carcajada.

El terreno devoniano, representado por piedras areniscas compactas, es la parte mas ínfima que allí se advierte. Estos terrenos no presentan grandes superficies: dos pequeños retazos que pertenecen á series ocultas bajo los aluviones, se muestran tan solo, la una inmediata á la mision del Cármen, la otra al este de Magdalena; ámbos dos al este de la provincia.

En estas 7 leguas se forman diversas playas, y sus sendas algunas de dos cuartas: en una fué preciso descargar la canoa. Hallamos en una canal unas piedras, que son las únicas que tiene este rio, de media vara de alto; estas están al lado del naciente.

Era de las más desiertas; crecía yerba entre las piedras. Aquel silencio era el que llamaba solemne y aristocrático don Saturnino. Los que estaban detrás, Obdulia y Paco, no veían; don Álvaro estaba seguro. Se aproximó más a Visita. Sonó una bofetada; y después la carcajada estrepitosa de la del Banco, que dio un paso atrás, huyendo de don Álvaro.

Así los minerales de oro y plata han sido arrancados de las entradas de la roca por los vapores de un Pactolo subterráneo. Fuertes por el enorme poder que les da el tiempo, los manantiales que disuelven las piedras y oxidan los metales, consiguen también alguna vez hacer temblar los montes.

Numerosos honderos castellanos habían tomado posesión de otras alturas cercanas y desde ellas lanzaron mortíferas piedras, con fuerza y acierto tal que en pocos momentos quedaron tendidos sin vida el veterano Yonson y algunos otros arqueros y malheridos quince de éstos y seis hombres de armas.

En vez de seguir el mismo camino y pasar á Entralgo por el puente del campo de la Bolera, Demetria bajó al río, lo atravesó por unas grandes piedras pasaderas que debajo de Cerezangos hay y siguió la margen derecha hasta dar pronto en la iglesia de Entralgo. Empujó con mano trémula la puerta y entró. Se hallaba el templo solitario en aquella hora.

Dos monjas que estaban de turno en la portería se asomaron también por otra ventana baja; pero lo mismo fue verlas Mauricia que empezar también a mandarles piedras. Nada, que tuvieron que retirarse. Asustadas las infelices, quisieron pedir auxilio.

La puerta principal tenia doscientos y veinte piés de alto, y ciento de ancho, y no es dable decir de qué materia era; mas bien se echa de ver quan portentosas ventajas sacaria á los pedruscos y la arena que llamamos nosotros oro y piedras preciosas.

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