Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de mayo de 2025
Niña, no sospechas lo que pides a un hombre de honor. En seguida, acercando mucho el papel a sus ojos, volvió a leer una vez más este pasaje: «Es la súplica de una moribunda... se lo suplico a usted desde el fondo del corazón; otórgueme usted todavía esta satisfacción suprema.» Por sus ajadas mejillas rodaban gruesas lágrimas. Es imposible, hija mía, es imposible, por bien que sepas suplicar.
Miraba á Roussel; le encontraba todavía seductor y se exasperaba más y más. En fin, dijo, es preciso que arreglemos nuestra respectiva situación. ¿Tú pides la paz? La imploro. ¿Reconoces, pues, que no tienes medio de resistir? Lo reconozco, y todo lo que tú quieras por añadidura. Así pues, soy yo la que dicta las condiciones del tratado. Tú.
No puedo... Bien sabes que soy tu amigo: hasta me haces el honor de reconocerme como pariente; te debo mucho; ¡pero eso que me pides... no! Es un disparate, una locura. Forzosamente habíamos de terminar así; lo he presentido hace algún tiempo. Pero de nada puede servirnos recordar lo pasado: tú ya no eres el Lubimoff que decía aquellas paradojas.
Y tú, belitre, continuó dirigiéndose al reo, ¿qué gracia es esa que pides? Tengo en la bota del pie izquierdo un trocito de madera envuelto en lienzo. Perteneció un tiempo á la barca en que iba el bendito San Pablo cuando las olas lo arrojaron á la isla de Melita. Lo compré por tres doblas á un marinero que venía de Levante.
Me ayudaréis a elegirlo ... y me lo pagaréis. Hablaba en tono alegre y afectuoso: no parecía la misma criatura desabrida y mal humorada que hemos visto en su hotelito del barrio de Monasterio. Sin duda, todo el mal humor lo reservaba para Salabert. ¡Esto es bueno! exclamó Castro dignándose sonreír levemente . ¿Nos pides joyas a nosotros cuando tienes en tu casa el bolsillo de Salabert?
Lo que te suplico es, ¡oh fatal estrella mía!, que la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo, sino que confieses y digas que, sin hacer fuerza a tu voluntad, me la entregas y me la das como a tu legítimo esposo; pues no es razón que en un trance como éste me engañes, ni uses de fingimientos con quien tantas verdades ha tratado contigo.
Pues sin miramientos ni reparos voy a dártele desde el fondo de mi corazón, en vista de lo que me dices..., y de lo que te callas, y, sobre todo, de que me le pides: Lleváis aquí cuatro o cinco años de establecidos, y en ese tiempo habéis hecho una fortuna que os permite ser las personas más independientes del pueblo. Todos en él os necesitan, casi todos os respetan y muchos os envidian.
Todo esto brota y sale de sus labios sin interrupción, mientras sus gruesas cejas negras no hacen más que subir y bajar, y sus ojos brillan como brasas. «¡Esta es la juventud!» pensé, ahogando un suspiro; «¡ah! si pudiese yo, aunque sólo fuera por veinticuatro horas, tener sus ojos... y todo lo demás!» Le digo: ¿Y no me pides noticias de mi novia?
La señorita de Maxeville corre hacia él, fingiéndose irritada. » ¿Qué es eso, Alí?... Quieto, ó me enfado contigo. » No te enfades, señorita murmura el moro . Lo respetaré, ya que lo pides. Pero esta noche, cuando te marches, iré á su cama y le cortaré la cabeza. »Y no puede moverse.
Pon al conjurar pausa, y al momento Satisfaré tu intento en lo que pides, Si acaso tu te mides y acomodas Con mis palabras todas y consejos: Todos tus aparejos son en vano, Porque un pecho cristiano que se arrima A Cristo, poco estima hechicerias: Por muy diversas vias te conviene Atraerle á que pene por tu amiga. Ansi que esta fatiga no aprovecha?
Palabra del Dia
Otros Mirando