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Actualizado: 28 de junio de 2025
Este argumento es tan especioso como fútil. Un hombre de humilde nacimiento que no ha aprendido las letras en ninguna escuela, que vive confundido entre el pueblo, que carece de todos los medios humanos, que no tiene dónde reclinar su cabeza, se presenta en público enseñando una doctrina tan nueva como sublime. Se le piden los títulos de su mision, y él los ofrece muy sencillos.
He dicho limosna, porque esta rara contribucion, esta curiosa prevision del Erario francés, me huele al saco del convento. Yo me volví á mi mujer, y la dije en nuestro idioma: aquí se ha verificado una trasmigracion casi portentosa. El franco que nos piden, se escapó sigilosamente del convento de las hijas de Santo Tomás, y se escondió en el palacio de la Bolsa. ¿Qué franco nos piden?
Que coste, señor alcalde..., y que se apunte todo pa el día de mañana que yo tome cuentas. DEMANDADO. Dé usted antes las que le piden, y no olvide que estoy resuelto á todo, incluso á enviar á los dos á un presidio. CLETO. Yo pido lo que es mío, porque me han dicho que se me debe.
Y ya que eso puede ser, me alegro de vuestro lance con don Bernardino. ¿Por qué? A todo el que entra en la guardia española, se le piden pruebas de valiente: conque hayáis reñido bien con don Bernardino de Cáceres, las lleváis hechas. Me parece poco hombre para prueba ese hidalgo dijo con desprecio Juan Montiño. ¡Bah! Don Bernardino es una espada valiente, y muy bravo y sereno.
Pues piden vuestra cabeza. Menores cosas he pedido yo, y heme quedado sin ellas; que si á todo el que pide le dieran, pronto se echarían todos á pedir y no quedaría quien pudiera dar. ¿Y á dónde me llevan? A Segovia. Honrosa cárcel me dan.
Hace dos meses que nos estamos enmoheciendo aquí como un pontón podrido; nuestros cinturones están vacíos; pero el depósito de la pólvora está lleno, nuestros cañones tienen la boca abierta y no piden más que hablar.
En el asunto que nos ocupa, el hecho nuevo sería la existencia de Lea Peralli. ¿No es suficiente? Lo sería si estuviera probado. ¿Pero cómo lo probarán ustedes? Su declaración no será apoyada por nada ni tendrá más valor que el de una opinión, que comparada con todos los testimonios y todas las pruebas del proceso, será de un peso muy escaso. Me piden ustedes mi opinión y se la doy.
Ni piden limosna, como los de Italia; ni dan látigo, como los de Rusia; ni se hacen caballeros de industria, como tantos en Francia; ni viven á estilo feudal, como los de Alemania; ni viajan como los de Inglaterra con orgullosas ínfulas.
El legislador no ha de discutir, sino mandar. Ni es propio de él establecer las leyes con disputas, sino en virtud de su autoridad. Sus graves asuntos no piden aplausos ruidosos como en el teatro, sino disposiciones encaminadas al bien del pueblo. Masdeu, XIII, 277. Aschbach, Geschichte der Ommaijaden, s. 272. Masdeu, XIII, 198.
Son para un hombre que toca la corneta, el trombón o qué sé yo qué. Se los mandaremos a Severiana. Yo me encargo de eso replicó doña Lupe, dando a entender que pensaba volver allá. No, los llevaré yo, bien envueltitos en un pañuelo dijo la sobrina, a quien de súbito entraron ganas de ir a la casa mortuoria . Llevaremos cada una nuestro duro, por si piden para el entierro. Eso no está mal pensado.
Palabra del Dia
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