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El día antes habían desembarcado unos batallones de zuavos de Argelia que iban á reforzar el ejército de la frontera, y estos veteranos, acostumbrados á la existencia colonial, poco escrupulosa en materia de atropellos, creyeron oportuno intervenir en la manifestación, unos con las bayonetas, otros con los cinturones desceñidos. «¡Viva la guerra!» Y una lluvia de zurriagazos y golpes cayó sobre los cantores.

Anda más de prisa... Ten firme... Aquí, sobre este banco... ¡Santo Dios! ¡si me parece que sueño!... Arrolla la colchoneta por esa punta para quesirva de almohada... Así... Ahora convendría reaccionarla; pero ¡cómo?... Con qué tenemos; pero ¡cómo? vuelvo a decir... Destapa ese otro banco y saca cuantas ropas haya dentro del cajón... ¡En el aire!... Yo, al armario de las bebidas alcohólicas... ¡Inspiración de Dios fue el conservarlas aquí!... ¡Y se resiste la condenada vidriera!... Pues por lo más breve... ¿para qué sirven los puños?... Hágase polvo este cristal, y el armario entero si es preciso... Este ron de Jamaica es lo más apropiado... Una copa también... Ampara esto de los balances, sobre la mesa... pero dame primero una toalla de esas para secarme las manos, que chorrean agua... ¡Qué ha de suceder con esta chaqueta que es una esponja?... ¡Fuera con ella!... Vete echando ron en la copa... Venga ahora... Pero aguárdate que la enjugue antes la cara... ¡Dios de Dios! ¡que yo no pueda hacer aquí lo que es más necesario... casi indispensable!... aflojarla estas ropas empapadas... quitárselas de encima. ¡Si me fuera dado ver y no ver; maniobrar con los ojos cerrados!... La copa enseguida... Ron en las sienes... en las ventanillas de la nariz... entre los labios... ¡Pero si con ese talle tan oprimido no pueden funcionar los pulmones!... Yo bien veo dónde está la abertura de la coraza... pero ¡no sería una profanación poner las manos ahí?... ¡No se me caerían de las muñecas?... Y hay que hacer algo por el estilo, y sin tardanza... Por la espalda si acaso... justo: la misma cuenta sale... Tu cuchillo, Cornias... Ayúdame a ponerla boca abajo... ¡Dios me uno suficiente!... Por si acaso, el filo hacia arriba... Ya está cortada la tela del vestido... Ahora las trencillas del corsé... y estos cinturones... Esta es obra más fácil... Trae aquel impermeable y tiéndele encima de ella y de mis manos, que no tienen ojos... Así... Ya queda el tronco libre de ligaduras... a volverla ahora de costado... ¿Ves cómo respira con menos dificultad?... Más ron enseguida... ¡en el aire, Cornias!

Había una cuadrilla de indios con trajes de piel de ciervo curiosamente bordados, cinturones rojos y amarillos, plumas en la cabeza, y armados con arco, flechas y lanzas de punta de pedernal, que permanecían aparte, como separados de todo el mundo, con rostros de inflexible gravedad, que ni aun la de los puritanos podía superar.

En estos pitos y flautas, a saber, unos cuellitos, un arreglo de sombrero, medias azules, guantes encarnados, una gorra de marino que decía en letras de otro Numancia, y dos cinturones de cuero se lo habían ido la semana anterior más de seiscientos reales, los cuales no hubieran podido reunirse en su bolsillo sin sustituir, durante larga temporada, el principio de falda de ternera por un plato de sesos altos, que se ponían un día y otro no, alternando con tortilla de escabeche.

La inmediata al mediodia para las viviendas de su servidumbre, eunucos y guardias: comprendia 400 casas: los pages y eslavos que mantenia el sultan en ellas eran 3750, los eunucos y guardias 12000, magníficamente vestidos, con espadas y cinturones dorados; á los pages se pasaban diariamente 13000 libras de carne, sin contar las gallinas, perdices y otra volatería, además de muchas especies de pescados.

Hace dos meses que nos estamos enmoheciendo aquí como un pontón podrido; nuestros cinturones están vacíos; pero el depósito de la pólvora está lleno, nuestros cañones tienen la boca abierta y no piden más que hablar.