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Actualizado: 16 de mayo de 2025


La prodigiosa pieza de cinco francos continuaba sobre el paño verde al lado de una montaña de dinero que seguía creciendo y creciendo. Había que completar los cincuenta golpes, siempre doblando. Dió cinco más en su imaginación y se detuvo. Ya había ganado mil setenta y tres y pico de millones de duros: más de cinco mil millones de francos.

¡No somos mas que ocho! dijo uno de los heridos, muy tranquilo, al parecer, pero a quien chispeaban los ojos bajo una máscara de bronce. ¿Cómo ocho? Vea usted, mi sargento, que estos dos están a punto de hincar el pico... y sería perder esos víveres... El viejo sargento los miró. ¡Es verdad! dijo el guía ; hagamos ocho partes.

Desde el primer momento este joven avejentado, gritón, charlatán, maltrecho de traje y no limpio de persona, con nariz como pico de ave carnicera, pegajoso bigote, dudosas uñas y marcado olor a tabaco y cerveza, inspiró a Beatriz la más profunda antipatía.

Es lo primero que he puesto en la lista de encargos que dejo a Enríquez, y para que no se le olvide, siempre que le veo machaco en lo mismo. «Cuidado cómo deja usted de entregar... cuidado, Enríquez... El pico de mi amiga es lo primero». Muy mal le supo a esta tal dilación; pero como la promesa parecía tan solemne y no era mucho esperar al 5 de Agosto, hubo de tranquilizarse.

Las tierras eran de lo mejor para sembrar, y la princesa tenía fama de inteligente y hermosa; así es que empezó a venir de todas partes un ejército de hombres forzudos, con el hacha al hombro y el pico al brazo. Pero todas las hachas se mellaban contra el roble, y todos los picos se rompían contra la roca.

Dice Cide Hamete, puntualísimo escudriñador de los átomos desta verdadera historia, que al tiempo que doña Rodríguez salió de su aposento para ir a la estancia de don Quijote, otra dueña que con ella dormía lo sintió, y que, como todas las dueñas son amigas de saber, entender y oler, se fue tras ella, con tanto silencio, que la buena Rodríguez no lo echó de ver; y, así como la dueña la vio entrar en la estancia de don Quijote, porque no faltase en ella la general costumbre que todas las dueñas tienen de ser chismosas, al momento lo fue a poner en pico a su señora la duquesa, de cómo doña Rodríguez quedaba en el aposento de don Quijote.

Al llegar al muelle los cinco comensales de Peleches, Cornias quiso atracar el balandro, que estaba separado cosa de dos o tres brazas, a la escalera de embarque, bien corta entonces porque la marea estaba muy alta; pero Leto le hizo señas para que no le moviera de allí. Tenía el balandro la bandera con corona real, en el pico, y un grimpolón azul con una F blanca en el tope.

Parece que lo ha llevado toda la vida... ¿Te acuerdas del pañolito por la cabeza con el pico arriba y la lazada?... ¡Quién lo diría! ¡Qué transiciones!... Lo que te digo... Las que tienen genio, aprenden en un abrir y cerrar de ojos.

Se depositaban á puñados los billetes de Banco, como si fuesen retazos de papel sin ningún valor; unos por los perros, otros por los hombres, mientras arriba, en las canteras, estallaban los barrenos y el rebaño miserable de los peones se encorvaba, con el pico en alto, ante las rojas trincheras. Las sopas de leche se servían en cubos continuó Aresti.

Su longitud respectiva, contada de la isla de los Lobos, son 15 grados y 20 minutos; y la longitud universal, contada del pico Teibez de Tenerife, son 311 grados, y 40 minutos.

Palabra del Dia

ancona

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