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Actualizado: 25 de julio de 2025
Indiferente a todo, en la apariencia, y como un «manchón» colocado cuidadosamente se veía en la cresta de una raíz del ombú grande, un gato barcino que, de cuando en cuando, entreabría sus ojos lumínicos y transparentes y como ajeno a toda intención carnicera, los dirigía hacia las ramas, en las que cantaba de paso un pájaro que se dirigía a su nido.
¡Lo mismo que en la vida humana! exclamo con asombro . ¡Igual que entre los hombres! Sí; igual que entre los hombres contesta el naturalista, y continúa su relato. La cigarra es un elefante comparada con la hormiga, un monstruo antidiluviano que podría aplastarla desplomándose sobre ella. Pero no tiene mandíbulas ni es carnicera.
Partió con treinta mozos valerosos, Y veinte y un caballos, y servicio En balsas: y los mozos deseosos De guerra, que la tienen por oficio, Procuran, que en los indios enojosos, Se ofresca al crudo Marte sacrificio, De aquel Terú vengando la osadia, Con triste y carnicera anatomia.
Se comprenderá por este último y no insignificante detalle que la hermosa carnicera había concluido el despacho de la mañana. Al fin podía gozar algún descanso después de aquella espantosa brega de cortar, pesar, cobrar y devolver, y en el rescoldo de la buñolería le aderezaba la de los parches un ligero almuerzo.
Corren los simones, insultándose los cocheros de pescante a pescante sobre cuál pugna por adelantarse, y a las ventanillas asoman entre bocanadas de humo, ya el rostro moreno y bigotudo del madrileño de los barrios bajos, ya la carnicera rumbosa cargada de joyas anticuadas, que ciñe a sus hombros el rico pañolón de colores brillantes.
Desde el primer momento este joven avejentado, gritón, charlatán, maltrecho de traje y no limpio de persona, con nariz como pico de ave carnicera, pegajoso bigote, dudosas uñas y marcado olor a tabaco y cerveza, inspiró a Beatriz la más profunda antipatía.
A los dos años de casado ya tuvo amores con una güena moza del Mercado, una carnicera. ¡Lo que yo sufrí al saberlo!... Pero ni una palabra de mi parte. El cree aún que no sé na. Luego, ¡cuántas ha tenío!
Y se echó a dormir. Padre Carantoña dijo Nazaria al despedir al fraile . Hágame un favor. Si ve a Rumaldilla en la tienda o jugando en la calle, dígale que suba. Aquella tarde sintiose la insigne carnicera bastante molestada de la dispepsia que padecía. Hallábase en disposición de abofetear a todo el género humano, porque las malas digestiones exacerbaban su carácter agrio y despótico.
Palabra del Dia
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