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Actualizado: 6 de junio de 2025


Convídanos a un medio para que se te remoje la lengua, que la tienes más seca que suela de zapato. Yo no convidar ellas, b'rrachonas. No tener diniero migo. Por eso no quede dijo la Diega, rumbosa. Yo no bebo declaró la Benina , y además tengo prisa, y con permiso de la compañía me voy. Quedar ti rato más. Dar once reloja.

Esta le embelesaba tanto, que haciendo una calaverada, como él decía, invirtió una parte de la rumbosa gratificación que le hizo el coronel al despedirle en la suscripción a un periódico noticiero y baratito, que no le faltó un solo día después de llegar a su casa. He aquí por qué estaba al tanto de los ascensos de su coronel.

Por último declaró que le había dado tres pesetas. El majo soltó una carcajada. Y le habrás dicho: ¡Adiós, rumbosa! ¿verdá ?... Las mujeres todas son lo mismo. Al mismo tiempo echó mano generosamente á la cartera y le dió un billete de diez duros. Antoñico. Razón tenía para poner reparos al ofrecimiento de su casa.

Corren los simones, insultándose los cocheros de pescante a pescante sobre cuál pugna por adelantarse, y a las ventanillas asoman entre bocanadas de humo, ya el rostro moreno y bigotudo del madrileño de los barrios bajos, ya la carnicera rumbosa cargada de joyas anticuadas, que ciñe a sus hombros el rico pañolón de colores brillantes.

Dada la señal por la presidenta, que era una señora guapetona, muy rumbosa y muy dadivosa, aparecieron en el redondel las tres cuadrillas al son de una marcha española tocada por la banda de un batallón: cada cuadrilla se componía del espada, tres banderilleros y los correspondientes monos sabios: estaban suprimidas las picas.

La temperatura bajaba, el incendio iba achicándose, la frescura de la noche penetraba en la plazuela, y balcones y puertas volvían a abrirse. En casa de doña Manuela, terminado el espectáculo público, había su poquito de fiesta, sin duda para amenizar el chocolate «suntuoso» que la rumbosa viuda daba a sus amigos.

La novena de los Dolores tuvo aquel año en Vetusta una importancia excepcional, si se ha de creer lo que decía El Lábaro. Por lo menos el templo de San Isidro, donde se celebraba, se adornó como nunca. Tal semilla de piedad postiza y rumbosa habían dejado los PP. Goberna y Maroto.

Toda la familia de doña Manuela se entusiasmó con el aspecto de la falla. Había que avisar a las amigas. Por la tarde tendrían música en la plaza; y la rumbosa viuda pensaba ya con placer en el «brillante» aspecto que presentaría su salón, bailando las niñas y sus amiguitas, mientras las mamas pasarían al comedor a tomar un chocolate digno del esplendor de la familia.

La gente profana decía, entre admiración y broma, que jamás había habido en el mundo aventurera más rumbosa, ni más bizarra y espléndida mujer galante. Claro está que la esplendidez de Rafaela no llegó hasta el necio extremo de quedar ella a pedir limosna o en estrechez tal que la obligase a vivir muy en desacuerdo con la magnificencia de que, durante años, había gozado.

Por ello tuve, á mi pesar, que echarme al cuerpo mi ración correspondiente, pues desairarla era, á lo que vi, la mayor ofensa que podía hacerse á la rumbosa prodigalidad de mis tíos.

Palabra del Dia

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