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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Arrojando este último grito, que agonizó en su garganta, el anciano, inútilmente sostenido por las manos piadosas de su nieta, cayó como aniquilado en su sillón. A un signo imperioso de la señorita Laroque, salí. Hallé el camino como pude á través del dédalo de corredores y de escaleras, lamentándome vivamente de lo inoportuno que había estado en mi entrevista con el viejo capitán de L'Aimable.
Consiguieron detenerlos en el campo de la Verdad, y luego por mediacion de personas piadosas y prudentes se logró que volviesen á Córdoba y que el corregidor cesase en su tema. Habiendo querido visitar el obispo el hospital de S. Sebastian y el santuario de la Fuensanta, se opuso el cabildo como patrono y fundador.
Los papeles a que se refería eran el testamento de su tío, que yo acababa de encontrar; testamento en el que se le desheredaba, disponiendo de la inmensa fortuna del difunto en favor de los hospicios y para fundaciones piadosas. Así se lo hice saber a Arturo, el cual recibió la noticia con una indiferencia absoluta, y se puso a leer de nuevo la carta de Judit.
D. Julián entró con un libro en la mano, que no era el Diario, ni el Mayor, ni el Copiador de cartas, sino lisamente el folletín de La Correspondencia, que acostumbraba a recortar con gran esmero y luego cosía. Aunque parezca raro, D. Julián era aficionado a las novelas; pero no leía más que las de La Correspondencia, las piadosas que regalaban a su hija en el colegio.
Este documento, que lleva la fecha de 1569, es un dato, prueba de las piadosas costumbres de entonces; es con toda su sencillez un grito de dolor de aquellas desventuradas mujeres, á las que no sólo se privaba de libertad, sino de alimento y de lo más necesario para la vida.
Muy luego fué rodeado de piadosas lágrimas y oraciones. Yo me retiré con el alma profundamente conmovida por aquella escena extraordinaria, que debía permanecer secreta para siempre, entre aquel muerto y yo. Este triste suceso de familia ha hecho pesar sobre mí cuidados y deberes de que tenía necesidad para justificar á mis propios ojos la prolongación de mi morada en la casa.
Y el púdico señor Vicente se fijaba en el abultado abdomen, sin escrúpulo alguno, como si la maternidad fuese una función falta de origen, en la que para nada intervenía el amor. Sospechaba, en sus piadosas fantasías, si este embarazo ocultaría algo sobrenatural, un prodigio de la voluntad divina.
Todo aquel día durmieron su apacible sueño, y al siguiente no despertaron, cuando voces y pasos humanos rompieron el silencio de aquel mudo paraje. Y cuando manos piadosas separaron la nieve de sus marchitas caras, apenas podía decirse, por la paz igual que ambas respiraban, cuál fuera la que se había manchado.
Retiróse á una soledad, en donde pasó el resto de sus días en prácticas piadosas y en ejercicios expiatorios, muriendo en olor de santidad. Un escritor de esa época refiere que, á su muerte, tocaron por sí mismas las campanas, y que, al dar sepultura á su cadáver, sucedieron otros milagros.
Lloraba de gratitud y de admiración. Y no pudiendo meditar sobre cosas santas, piadosas, poníase la mantilla y corría a la conferencia de San Vicente, o a la Junta del Corazón o al Catecismo, o a misa... donde correspondiera. Pero la fe era tibia; por allí no se iba a donde ella había deseado.
Palabra del Dia
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