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Después de contestar afirmativamente con su afabilidad no estudiada, el dignísimo Padre Gracián salió para seguir repartiendo sus cucuruchos entre las damas piadosas que sabían apreciar tan interesante objeto devoto.

Y mas tarde entre manos cariñosas Que se ahuecan sensibles y piadosas, Cual urna sencillísima de cobre Donde se guarda el óbolo del pobre.

Son las cinco llagas del Señor, pues más adelante dice así un emperador, adorándolas: «¡Adóroos, llagas preciosas, Remos del mar más profundo! ¡O insignias piadosas De las manos gloriosas Las que pintaron el mundo; Y otras dos De los pies, remos por nos, De su parte de la tierra! Esos remos vos dió Dios Para que nos libréis vos, Y paséis de tanta guerra

Doña Luz nada sospechaba de . Nada tampoco sospechaba del Padre. Le consideraba como a un santo y empezó a amarle y venerarle como aman y veneran a los santos las personas piadosas. Era tal el candor de doña Luz, que hubiera dicho al Padre los sentimientos que le inspiraba, si no hubiera temido ofender su modestia o mostrarse aduladora.

Después, al convencerse de que en la vida mundana sus triunfos han terminado, el fanatismo de la raza que surge con toda la fuerza de una voluntad poderosa.... Entonces le trastorna la locura de la santidad: es humilde y fiero al mismo tiempo, se convierte en matón de la Virgen, queriendo dar de puñaladas á un morisco que blasfema de ella, y poco después se deja apedrear por los chicuelos de Salamanca, que le toman por un demente, viendo sus piadosas extravagancias, remedo de las de San Francisco de Asís.

En este estado se le excita la pasion, ó el deseo de lograr lo que lee, ó sabe haber logrado otras personas piadosas, es á saber, hablar con Dios; y continuando Lusinda en meditar las mismas cosas, la pasion va creciendo al paso que crecen las imágenes que hay en la imaginativa.

En las aljamas ó mezquitas principales debia haber sermon y lecturas piadosas todos los viernes ó jumas, y todo fiel musulman debia oirlas pudiendo salir de su casa al nacer el sol para volver á la puesta. Por eso la Ley y Sunnah les recomendaba que viviesen lo mas cerca posible de las aljamas.

Pero si su arte no dejó en ella una fiel estampa, dura al menos en sus tradiciones el sello de aquel espíritu ardiente y celoso en las cosas divinas, que tan noblemente supo triunfar de las costumbres é ideas semi-bárbaras y semi-gentílicas de la edad media. Y es por cierto admirable cómo la Providencia favorecia las piadosas estratagemas de los hombres de buena intencion y viva .