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Actualizado: 15 de noviembre de 2025


Si otra de menor condición que la mía pudiera contentarse con ser admitida fríamente en linaje como el vuestro, lo que debo a mis padres y el respeto que me tengo, me imponen la triste obligación de rehusar cualquier alianza en que el orgullo castellano crea únicamente dar una piadosa hospitalidad a la nieta de los reyes de Granada.

No es esto decir que le falte la capacidad de diseñarlos con mano segura, y desarrollarlos después en todo el curso de su obra; al contrario, en Marta la piadosa, en Amor y celos hacen discretos, por ejemplo, nos demuestra que es acabado maestro en esta materia, así como se encuentran también en todas sus comedias pruebas aisladas de la profundidad de sus observaciones psicológicas y de su conocimiento perfecto de lo más íntimo del alma humana, aunque su predilección innegable por las situaciones interesantes y por lo sorprendente, lo arrastran con frecuencia á no motivarlo como debe, teniendo en cuenta los actos de sus personajes.

Trata de ser feliz me dijo, como si no contara con eso ni para ni para él. Tres días después de mi partida de Nièvres estaba en Ormessón. Pasé la noche cerca de la señora de Ceyssac, para la cual mi regreso puso en claro muchas cosas, y me dio a entender que había lamentado mis errores frecuentemente con la tierna lástima de mujer piadosa y casi madre.

En el tímpano, un relieve representaba a la Virgen rodeada de ángeles, vistiendo una casulla a San Ildefonso, piadosa leyenda repetida en varios puntos de la catedral, como si fuese el mejor de los blasones.

Lástima es que la naturaleza al sacarla del vientre de su madre, la dotase de tanta hermosura, dejándole así poco que hacer al resplandor de belleza que lleva consigo la caridad; pero cierto es que si la mujer es hermosa por , con la ayuda de su blando corazón y piadosa condición, menos que hermosa, es un ángel sobre la tierra, y arcángel será la hermosísima María.

Luego la trajeron a Sevilla, y desde entonces no había ocultado su resolución de abandonar el convento tan pronto como transcurriesen los cuatro años del primer voto. Indicome también que su madre, una persona muy piadosa y respetable, la excitaba a renovar los votos, y que el superior la había llamado varias veces a su celda para hacerle la misma recomendación.

¡Soñar! ¡Vivir! ¡Soñar allí a la sombra, con la vista clavada en el celaje, que cuanto se contempla y aun se nombra es filipino todo en el paisaje...! Eso es soñar triunfando de la pena y mover con la fe hasta las montañas. ¡Oh, dejadme soñar en mi hada buena a la sombra piadosa de las cañas...!

Al sentir sus pasos me era difícil disimular la alegría; si tardaba me ponía triste; si hablaba con vosotras, y no conmigo, me moría de rabia... Le decían siempre que yo era muy piadosa; ya recordarás que él me alababa mucho por esto. Mamá nos permitía a las tres que habláramos con él.

La hermana San Sulpicio se llamaba en el mundo Gloria Bermúdez. Su padre había muerto cuando ella contaba solamente nueve o diez años de edad. Era un comerciante rico de Sevilla. Su madre, una señora muy piadosa que poco después de la muerte de su esposo llevó a la niña a educarse de interna en el colegio del Corazón de María.

Ana pensaba también en su Quintanar. Todo aquello era por él, cierto; era preciso agarrarse a la piedad para conservar el honor, pero ¿no había otra manera de ser piadosa? ¿No había sido un arrebato de locura aquella promesa? ¿No iba a estar en ridículo aquel marido que tenía que ver a su esposa descalza, vestida de morado, pisando el lodo de todas las calles de la Encimada, dándose en espectáculo a la malicia, a la envidia, a todos los pecados capitales, que contemplarían desde aceras y balcones aquel cuadro vivo que ella iba a representar?

Palabra del Dia

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