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Actualizado: 23 de junio de 2025
El joven había lanzado un voto redondo, al mismo tiempo que una cosa enorme y pesada pasó silbando como un proyectil por encima de la mesa, haciendo desaparecer la cabeza de Tono, el cual vaciló y se agarró a los tableros, doblándose sobre una rodilla.
Esta dificil y pesada carga Que el senado Romano me ha encargado, Tanto me aprieta, me fatiga y carga, Que ya sale de quicio mi cuidado: Guerra de curso tan estraño y larga, Y que tantos Romanos ha costado, Quién no estará suspenso al acabarla, O quién no temerá de renovarla?
Y además estaba sujeta a una deuda que mal se podría enjugar con lo que ella valía. Estaba fresca Anita. Ni rico había sabido hacerse el infeliz ateo. ¡Perder el alma y el cuerpo, el cielo y la tierra! Negocio redondo. Pero, en fin, a lo hecho pecho. Había echado sobre sus hombros una carga bien pesada: mas ¿quién no tiene su cruz? Ana tardó un mes en dejar el lecho.
De un salto puso recta su pesada y musculosa humanidad, y echó á correr sin aguardar más explicaciones. Su mujer vió cómo corría á campo traviesa hasta un cañar inmediato á las tierras malditas.
Había adquirido, es cierto, en su familia, la costumbre de salir de apuros sola, porque su pobre madre había muerto hacía muchos años, y antes de la confirmación, había tenido que dirigir la casa de su padre; pero la tarea no era muy pesada: su padre no tenía a su servicio más que un criado para el molino y los trabajos del campo... ¡se extenuaba de trabajo el pobre padre!
Estoy desesperada. Tan desesperada estoy, que me inclino a creer que no he tenido que fingir la enfermedad, sino que en realidad estoy enferma. El doctor lo ha creído y ha dejado una receta muy larga, que doña Rita ha leído y debe cumplir. Serán simplezas del doctor... ¡Ay, Dios mío! ¿Qué burla pesada es esta? ¿Con que no me contesta Narcisito?
Quedamos de pie esperando, ávidos y extáticos, sin darnos cuenta ni adivinar lo que iba a suceder. Un momento después corrió su pesada cama, retirándola del rincón donde estaba, y vimos en el suelo, hábilmente oculta, una especie de puerta, que al abrirla dejó al descubierto un pozo profundo y obscuro.
Barigüí, siempre danzando y berreando ante el hombre, esquivaba los golpes. Maniobraron así cincuenta metros, hasta que el chacarero pudo forzar a la bestia contra el alambrado. Pero ésta, con la decisión pesada y bruta de su fuerza, hundió la cabeza entre los hilos y pasó, bajo un agudo violineo de alambres y de grampas lanzadas a veinte metros.
#En# un lugar, no muy pequeño ni muy grande, de cuyo nombre no me acuerdo, y en mitad de la plaza dél, #había# mucha gente junta, todos atentos mirando y escuchando a dos mancebos que, en traje de recién rescatados de cautivos, estaban declarando las figuras de un pintado lienzo que tenían tendido en el suelo; parecía que se habían descargado de dos pesadas cadenas que tenían junto a sí, insignias y relatoras de su pesada desventura; y uno dellos, que debía de ser de hasta veinticuatro años, con voz clara y en todo extremo experta lengua, crujiendo de cuando en cuando un corbacho, o, por mejor decir, azote que en la mano tenía, le sacudía de manera que penetraba los oídos y ponía los estallidos en el cielo, bien así como hace el cochero, que, castigando o amenazando sus caballos, hace resonar su látigo por los aires.
Observó también que estaba un poco más pálido que al principio, lo cual le movió a preguntarle por dos veces si se sentía mal, pero el cadete afirmó rotundamente que se encontraba admirablemente. No obstante, allá a lo último, se puso en pie, confesando que la atmósfera del café estaba algo pesada y que sería bueno dar una vueltecita entre calles, a lo cual accedió muy gustoso su compañero.
Palabra del Dia
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