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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Con este motivo determinó abandonar la Córte, y retirarse á la Mota de Medina del Campo, por estar íntimamente persuadida de que en este lugar se veria libre de los observadores cortesanos, y poder desde alli escribir á la reina Isabel, su madre, noticiándola de su última resolucion, que era la de partir á la mayor brevedad á Flandes, para de esta suerte volver á ser dueña del corazon de su esposo, y destruir cuanto antes el amor que hubiera depositado en la rubia española.
Le disimulé el triste efecto que había producido su carta; sí, no me ruborizaba de escribirle que todo marchaba perfectamente. Procedía así porque estaba persuadida de que la verdad lo habría sumido en una multitud de nuevos cuidados y pesares, que no dejarían de abatirlo, puesto que nada podía remediar.
Orgullosa y altiva, creía identificar en su persona las clases «elevadas y superiores.» Por esto mismo se atribuía el derecho de imponerse a todos, y estaba persuadida de que personificaba el buen tono. No faltaba mucho para que se considerase como una rueda esencial en el mantenimiento del orden social.
También la parecía imposible, como lo de las algas, que Minghetti estuviera tan enamorado como le juraba; porque aunque estaba persuadida de que ella había mejorado mucho, y de que su otoño era muy interesante, y su jamón suculento y en dulce, al fin él era mucho más joven, y ella... ella estaba, indudablemente, algo fatigada.
»Conozco demasiado, mis queridos amigos, el afecto que profesáis a vuestra hermana, para no estar persuadida de que negaréis como yo, desde hoy, y para siempre, vuestro consentimiento a esa unión funesta e irracional. »Vuestra hermana que os querrá siempre, »Juana Hellinger. »P. S. ¿La cosecha es buena por allá? Aquí el centeno de invierno ha dado, pero las patatas sufren mucho de la enfermedad.»
La vida, tan abundante y fecunda ¿no puede resolver de un modo inesperado una situación al parecer sin salida? ¿No debería la esperanza ser la última en morir? ¿Me toca entonces esperar?...» Persuadida de la conveniencia de hacerlo había esperado; pero ¿qué había conseguido con ello?
Pensó Lotario que aquel hombre que había visto salir tan a deshora de casa de Anselmo no había entrado en ella por Leonela, ni aun se acordó si Leonela era en el mundo; sólo creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala: que pierde el crédito de su honra con el mesmo a quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega a otros, y da infalible crédito a cualquiera sospecha que desto le venga.
No, no os diré eso... Ese joven, desde el primer día, me hizo la mejor impresión, y me inspira una confianza absoluta. Y a mí también. Persuadida estoy de que haremos bien en aplicarnos las dos a conquistar su amistad.
Doña Blanca procedió, pues, con inusitada blandura y exquisita prudencia; pero sin desmentir su carácter y sin faltar á su más importante propósito. No contenta con estar persuadida de la firme resolución que tenía Clara de tomar el velo, hízola prometer que profesaría. Y esto de suerte que la promesa no pareció arrancada por instigación de Doña Blanca, sino á su despecho.
Estoy persuadida de que ese amor del marquesito no existe más que en tu imaginación: nadie lo ha echado de ver en la casa más que tú. Pero aunque así fuese, ni yo he escuchado de su boca jamás sino frases insignificantes, ni le he tratado más que como un amigo. Tristán guardó silencio.
Palabra del Dia
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