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Buscaba la gloria siguiendo el camino de sus aficiones, y por esto se había dedicado á cazador, persiguiendo y matando animales peligrosos en todas las latitudes del planeta. La señorita Craven recibía con frecuencia periódicos deportivos con el retrato de James carabina en mano, vestido de viajero ártico ó cubierto con un gran fieltro de cazador del centro de África.

No tengo yo miedo á eso, porque al fin y al cabo, ¿qué importa la cama dura si es blando el sueño? Lo único que me da pena es dejar despiertos por ahí á algunos traidores. Sintió el guapo un fuerte estremecimiento, pero supo dominarse y exclamó riendo: ¡Anda! ¿y eso te pone triste?... Pues hazte guardia civil y pasarás las noches persiguiendo á los ladrones.

Volviendo un dia de una de sus cacerías, y habiéndose separado gran trecho de él sus criados persiguiendo á una res herida, advirtió que le seguia muy de cerca un hombre alto y amulatado. Pasad adelante, ó quedaos atrás, díjole el conde, viéndole ya muy junto á su caballo. Deseo tratar en secreto con su señoría, respondió el desconocido, cierto negocio de grande importancia.

Estás tan feo, Que no me acuerdo, si no eres Demonio que persiguiendo Me estás. No, vuelve á sentarte. haré. Yo, Nerón soberbio, Soy el clérigo á quien distes De puñaladas. ¡Yo! Es cierto. Mas anduviste atrevido; Y aunque fué justo tu celo, Ni á , Rey, me respetastes, Ni era tuyo aquel empeño. ¿A mi hermano? ¡Qué dices! Suelta el puñal. Ya le suelto.

Ibanme persiguiendo por las señas que de mi persona les habian dado; y se encontráron á la raya de Egipto con otra de mi estatura misma, y que acaso era mas hermosa. Estaba bañada en llanto, y andaba desatentada, de suerte que no dudáron de que era la reyna de Babilonia, y la conduxéron á Moabdar.

El novillo suelto, persiguiendo a las jornaleras ebrias, hacía prorrumpir en ruidosas carcajadas a una juventud que, bebiendo vino, desbravando caballos y discutiendo mujeres, esperaba el momento de heredar la riqueza y la tierra de todo Jerez... ¡Pero, qué buena sombra tenía el tal Luis! ¡Y pensar que ellos no habían presenciado aquella broma!

Y el pueblo, que sólo conseguía ventajas en fuerza de rebeldías y revoluciones, se vengaba del engaño de varios siglos persiguiendo á los impostores. Además, existía un impulso de fuerza tradicional. Da las entrañas de la historia patria se desprendía un hálito de santo salvajismo.

Efectivamente, á cierta distancia la tomaban por un hombrecito, pues iba vestida siempre con traje masculino, y montaba caballos bravos á estilo varonil. A veces agitaba un lazo sobre su cabeza lo mismo que un peón, persiguiendo alguna yegua ó novillo de la hacienda de su padre, don Carlos Rojas.

Abandonándolo, sin comprender sus esfuerzos, lo quería con una afección fría y tranquila, como se quiere a un compañero, a un aliado fiel, a un humilde a quien se tolera; no se había dado cuenta de que a cada minuto arriesgaba su vida, más que su vida, la paz de su corazón, persiguiendo un ideal que ella lo constituía.

Y mientras llevaban a cabo este retoque criminal, eran las exploraciones sin término, las rebuscas furiosas sobre el mármol del tocador, al través del bosque de frascos y cajas, persiguiendo objetos que aturdidamente tocaban sin reconocerlos. ¿Dónde estaba el polvo rosa? ¿Y el paño de Venus? ¡Adiós! ¡ya no quedaba una gota de «piel de España»! La mamá, con la manía de embellecerse que la había acometido a última hora, era una calamidad para las niñas.