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Actualizado: 23 de julio de 2025


Entra en puntillas y se para al pie de mi cama. Es todavía más linda que mamá. Tiene una estrella en la frente y el pelo suelto. Arrastra, como la cola de los vestidos de baile de mamá, un manto de tul bordado de oro, perlas y brillantes. En la mano lleva siempre levantada su varita mágica...

Luego, pareciéndome de perlas el incidente de la chimenea, hice que Alejo mudara á la casa de enfrente, y que una noche se deslizara muy callandito por el interior del ennegrecido tubo, apareciéndose á la dama cuando ésta se percataba menos.

Capitana Loleng, la activa é inteligente capitana Loleng tenía su libro de cuentas abierto pero sin leerlo ni escribir nada en él; no fijaba la atencion en los platos, llenos de perlas sueltas, ni en los brillantes; aquella vez se olvidaba y era toda oidos.

Acepté el ofrecimiento de Lea y me llevé sus perlas, sus zafiros, sus brillantes, con la decidida intención, oidlo bien, de no volver á presentarme delante de ella. En el Monte de Piedad obtuve ochenta mil francos. Envié la papeleta á Lea para que pudiera desempeñar sus joyas con el dinero que yo pensaba enviarle, y fuí á pagar mi deuda.

Mira, Concha, no me busques las cosquillas, porque aunque eres una mocita de sandunga y tienes los ojos muy picarones, y la boca como una cereza, un día te encuentras, sin saber por dónde vino, con un revés que te arrancará de cuajo esa carrerita de perlas que me estás enseñando.

De Bilbao habían contestado a Urbistondo aceptando mi ofrecimiento. Iba a tener barco que mandar. Fuí a buscar a Mary para traerla a Lúzaro y presentarla en casa de la mujer de Recalde. Era el día de Nochebuena. Llevaba en un estuchito forrado de raso un anillo de oro con unas perlas para Quenoveva, que me había costado ocho duros, y en un paquete unos juguetes para los chicos de Urbistondo.

Corrió las costas de Venezuela en busca de perlas, y acabó por establecerse en lo que después fue América Central, y que los conquistadores llamaban entonces «Castilla del Oro». Una india le acompañaba como amante, guía e intérprete.

Lo que ostentaba la Virgen en el pecho, pendiente de una cadena, era de Gallardo el torero. Pero otros compartían con él la admiración popular. Las miradas femeninas devoraban absortas dos perlas enormes y una hilera de sortijas.

Las perlas eran en gran cantidad y muy buenas, porque la mayor gala y bizarría de las moras es adornarse de ricas perlas y aljófar, y así, hay más perlas y aljófar entre moros que entre todas las demás naciones; y el padre de Zoraida tenía fama de tener muchas y de las mejores que en Argel había, y de tener asimismo más de docientos mil escudos españoles, de todo lo cual era señora esta que ahora lo es mía.

Déjalo todo; monta esta hoja en esta empuñadura, y esta contera en una vaina blanca, rica... anda, hijo, anda; dentro de una hora ha de estar corriente: entretanto, señor, mis nietas coserán los herretes, la toca y las perlas y las chapas del talabarte... Y entretanto yo... me daréis de almorzar... me lavaré después... ; , señor; entrad... y ya veréis... ya veréis.

Palabra del Dia

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