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Tantas veces me había amenazado con su cólera si la engañaba, que si no temía violencias contra mi persona, podía pensar que acaso, atentase á la suya. ¿Qué me quedaría si te perdiera? me decía. Mi vida caería en ruinas. Todo lo he abandonado por ti. Cuando te conocí era todavía una mujer del gran mundo. Ahora ¿qué soy? una entretenida.

La salud dió por perdida desde el momento, á causa del disgusto; hízose el malo , ocupando á los amigos en la distribución de lamentaciones y cartas, y porque no se perdiera la ocasión empeñó á los más allegados y á los más influyentes á fin de utilizar lo mismo que con tanto empeño había querido deshacer.

Este aplomo soberano irritaba visiblemente á la señorita Helouin, pero, al mismo tiempo, la domaba; sin embargo, si sólo hubiera arriesgado perderse con su cómplice, no dudo que le hubiera prestado inmediatamente, y con más razón, un servicio análogo al que me había dispensado la víspera; pero era probable que, cediendo á su celosa cólera y confesando su ingrata duplicidad, se perdiera sola; y tenía toda la inteligencia necesaria para comprenderlo.

Pero para que no se me tache de imprudente, quiero demostrarte que te equivocas mucho. CERVANTES siguió tus banderas, y te sirvió heróicamente en las aguas de Lepanto, donde su vida perdiera, si el DESTINO no le dedicase a un fin más grande. Si tiró la espada para coger la pluma, fué por la voluntad de los inmortales, y no por despreciarte, como tal vez te lo has imaginado en tu loco desvarío.

La misma aterradora mirada por parte del cura. Me alegraré, D. Félix, me alegraré; mis perales de Marco han echado un carro de flor este año... No quisiera, por algo de bueno, que se me perdiera la cosecha... ¿Y usted, D. Félix, cómo tiene su pomarada? El cura, mientras hablaba, se había despojado del bonete y empezaba a meterse el alba de lienzo ayudado por el maestro y el sacristán.

Así que al punto que el perdidoso le habló de su desgracia, la morisca le consoló con la noticia de que ya el papel estaba en sus propias manos, que no fué menos que volver el alma al cuerpo de aquel pobre y restañar la herida por donde sospechaba él que perdiera su hacienda, y con ella la vida.

Si esto es preocupacion, confieso con orgullo que soy preocupado, y lo soy, no únicamente por conviccion, sino por voluntad y por sentimiento. Esto me hace sentir bien; amo y admiro en esos instintos y en esos hábitos una belleza humana, una melodía que llena mi ser, y en vano querria desimpresionarme, en vano pretendería que mi corazón perdiera la ley que lo hace latir.

Algunos tuvimos el proyecto de proclamar la Constitución en el Perú; pero el traidor de Maroto se opuso. Los libres deseábamos que la América adoptase el sistema, los traidores no querían sino hierro y sangre; y yo pregunto ahora lo que he preguntado siempre: ¿quién es responsable de que se perdiera la tremenda batalla de Ayacucho? ¿Quién?...

Este incidente fue causa de que perdiera algunos párrafos de la conversación que tenía lugar a mis espaldas, y que no había concluido todavía. ¡Amarle!... ¿por qué no?... si es posible... si una se enamora... ¡Oh! eso es lo primero. ¿Lo crees así?

Después de dos años de matrimonio que no le habían dado toda la dicha soñada, Dios había tenido piedad de la joven condesa y la había llamado a él antes de que perdiera sus últimas ilusiones, en las que pudo todavía envolverse para morir, como en aquel traje blanco apenas amarillento con que la enterraron cubierta de flores.