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Actualizado: 10 de julio de 2025
«¿Está usted enojada conmigo por las tonterías que he dicho? ¿Se ha resentido usted?...». Isidora negó con la cabeza. «¡Ah! ¡Ya sé, ya sé!» exclamó él con regocijo, variando de pensamientos. Creyó penetrar entonces en la verdadera causa del dolor de su amiga. Había entendido que Isidora estaba mal de intereses.
Una corriente de aire caliente disuelve lentamente un centigramo de yodo y lo hace penetrar en los pulmones sin esfuerzo ni dolor alguno. El yodo puro no embriaga a los enfermos como la tintura, no provoca la tos, no produce estomatitis. Su único defecto es dejar en la boca un ligero sabor a herrumbre, al cual el enfermo no tarda en acostumbrarse.
Con viva satisfacción nuestra, la maciza puerta de la torre no estaba cerrada: sólo tuvimos que empujarla para penetrar en un reducido vestíbulo, obscuro, obstruído por las ruinas y que podía en otro tiempo haber servido de cuerpo de guardia; de allí pasamos á una vasta sala casi circular, cuya chimenea conserva aún sobre su escudo las armas de las cruzadas; una ancha ventana abierta á nuestro frente y atravesada por la cruz simbólica, netamente cortada en la piedra, iluminaba la región interior de aquel recinto, en tanto que la mirada se perdía en la sombra incierta de las altas bóvedas casi hundidas.
Eran ya las nueve cuando nos dirigiamos hácia la plaza de la Concordia, con el objeto de seguir la calle de Rívoli hasta la casa de la Ciudad ú hotel de Ville. Antes de penetrar en la calle, quisimos ver la perspectiva que presentaban los campos Elíseos iluminados, así como la plaza de la Concordia. ¡Espectáculo magnífico por cierto!
Mas de los cuerpos nada sabemos sino lo que experimentamos por los sentidos; sin que nos haya sido dado el penetrar su íntima naturaleza. ¿De dónde nace la inseparabilidad de las ideas extension y cuerpo?
Y es que no me acuerdo... ¿podéis vos adivinar?... ¡Cómo! ¡señor! yo no me atrevo á penetrar en la alta voluntad de un rey tan grande como vuestra majestad dijo Quevedo inclinándose profundamente. Pues mirad, don Francisco, hay ocasiones en que yo tengo que tragarme mi voluntad. Y yo con mucha frecuencia las palabras. ¿Y no se os ocurre para qué os podría necesitar yo?
Pepe Vera no había cesado de seguir los pasos de María; y como era favorito del público, le había sido fácil penetrar en lo interior del templo de las Musas, no obstante la enemistad que estas han jurado a las corridas de toros. María salía a la escena, al ruido de los aplausos, cuando se dio de manos a boca en el vestuario con Pepe Vera y algunos otros jóvenes.
Y por la mañana, cuando antes del almuerzo, estando yo sobre cubierta, le veía venir hacia mí, se me ocurría, ya que era el joven Teseo que acudía a pedirme el hilo, ya que era el joven Anacarsis que requería la antorcha para penetrar en las profundidades y descubrir los misterios. La verdad sea dicha: mi alma anhelaba entonces prestarle la antorcha y darle el hilo.
La astronomía y la botánica, que antes la enojaban cuando había secretos de Clara que ansiaba penetrar, la entusiasmaban ahora extraordinariamente, y nunca se cansaba de oir las lecciones que su tío le daba, excitado por ella. No había lección que no le pareciese corta. No había misterio de las flores que no quisiese descubrir. No había estrella que no quisiese conocer.
Pero al penetrar al interior de la ciudad, detras de la primera calle, todo el encanto desaparece.
Palabra del Dia
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