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Actualizado: 18 de julio de 2025


Bendito seáis vos, Señor, quedé yo diciendo, que dais la enfermedad y ponéis el remedio! ¿Quién encontrará a aquel mi señor, que no piense, según el contento de lleva, haber anoche bien cenado y dormido en buena cama y, aunque agora es de mañana, no le cuenten por muy bien almorzado? ¡Grandes secretos son, Señor, los que vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo? ¿Y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta de paño de manos se hacía servir de la halda del sayo?

Hay más de un millar dentro de la fortaleza y sobre las murallas. En aquel grupo con antorchas están descuartizando á un arquero. Allí arrojan á otro desde el muro. Por las abiertas puertas entran ahora muchos con grandes haces de leña y ramaje.... Justo, para pegar fuego al castillo. ¡Quién me diera ahora mi Guardia Blanca! Pero ¿dónde está Gualtero? Ha sido asesinado, señor.

Pero ¿qué hacen ahora? ¡Nuestra Señora de Rennes nos valga! dijo el paladín francés. Se proponen pegar fuego á la torre y asarnos en ella. Me lo temía. Duro en ellos, arqueros, que ahora de nada nos sirven nuestras espadas. Una docena de sitiadores se adelantaron escudándose con enormes haces de leña y ramas secas, que colocaron contra los muros.

Rivera manifestó Utrilla, comenzando a pegar feroces chupetones al cigarro, no sabe V. lo que a me alarmó verle pasear la calle de su hermanita.

La noche fué triste: ninguno de los dos pudo probar un bocado y el viejo se obstinó en no acostarse pasando toda la noche sentado en un rincon, silencioso, sin decir una palabra, sin moverse siquiera. Julî por su parte quiso dormir, pero por mucho tiempo no pudo pegar los ojos.

Dejó caer los pinceles, y reclinando su tonsurada cabeza sobre los brazos, empezó a sollozar amargamente. Sus lágrimas cayeron sobre el pergamino, manchándolo lastimosamente y haciendo más borrones en sus malogrados dibujos. ¡Cuántos días pasó Fray Baltasar en aquel amargo estado de ánimo! ¡Cuántas noches sin pegar los ojos!

El Rey Venturoso se creyó entonces el más desventurado de todos los reyes; se lamentó de haber sido cómplice en un crimen inútil, y temió la venganza del poderoso Kan de Tartaria. Aquella noche no pudo pegar los ojos hasta muy tarde.

¡Qué angostos son a veces dijo don Juan los senderos que Dios nos deja para que caminemos hacia la dicha! Chico, parece que nos amamos por cerbatana. ¿Oyes bien? , pero tengo que pegar la oreja a la cerradura. ¡Alma mía! ¡Juan de mis ojos! ¡Monín!

Y permaneció sentada a su lado durante toda la noche, sin pegar los ojos. Jamás habló de ello a su marido, por temor de que matara a alguien; pero un día llegó a la posada un extranjero, y al servirle el café, le vio en el reverso de la mano una extraña cicatriz.

Voy a ordenar que se enciendan todos los fuegos, que arda el alquitrán en los barriles; vamos a esperar toda la noche al novio retrasado, sin pegar los ojos en nuestro éxtasis amoroso y nuestra sumisión canina. ELSA. Perdóname, padre. EL CONDE. , seremos dóciles como perros; de otra suerte, el emperador podrá enfadarse con nosotros.

Palabra del Dia

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