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Actualizado: 1 de noviembre de 2025


Llegaban, sin duda, de alguna finca de los alrededores. Al pasar junto a la fuente, Beatriz no pudo reprimirse, e inclinado su cuerpo, pidió con el gesto a las mozas que la alargasen un cántaro. Luego, echando el velo hacia atrás y pegando su boca al barro humedecido, diose a beber como una zagala.

¡Ulises, me echan! gritó ella pegando otra vez su boca á la cerradura . ¿Y , amor mío, lo permites?... ¿ que tanto me amabas?... Después de este llamamiento desesperado permaneció silenciosa unos instantes. La puerta se mantuvo inmóvil: detrás de ella no parecía existir ningún ser viviente.

Fué tal el pánico de los pobres ingleses, que echaron á correr pegando gritos y no pararon hasta el tejado. Resumen: que tuvo que abandonar Bailón aquel acomodo, y después de rodar por ahí dando sablazos, fue á parar á la redacción de un periódico muy atrevidillo; como que su misión era echar chinitas de fuego á toda autoridad: á los curas, á los obispos y al mismo Papa.

Una vez, sin embargo, vino con señales en la cara de los malos tratos de su padre. La fisonomía de Andrés se nubló repentinamente, y con voz conmovida le preguntó: ¿Te sigue pegando tu padre? La chica se encogió de hombros y sonrió de modo expresivo.

Niño no queriendo Pampa dijo pronunciando lentamente, con la singular entonación que acostumbraba, niño pegando ayer Pampa, ¿por qué? Porque eres muy mala y desobediente. ¿Qué queriendo decir desobediente? ¡Qué gracia! desobediente es aquella persona que no hace caso de lo que se le manda.

Todos pudieron ver como el Hombre Montaña se encogía sobre sus rodillas, cómo se encorvaba después con el rostro crispado por el dolor, pegando sus ojos á las dos ventanas para averiguar qué insectos malignos eran los que la habían picado venenosamente á través de dichos agujeros. Las señoras se asustaron al ver aquellos dos ojos enormes que las miraban con agresiva fijeza.

Esta ruina llegó a tal punto que hay quien asegura haberle visto pegando calcografías en los cristales en compañía de aquella niña grande y, lo que es más absurdo, ella dando a la cuerda sujeta a un árbol por el otro cabo y él con las mejillas inflamadas y los cabellos pegados a la frente saltando y gritando «¡tocino! ¡tocinoRealmente hay cosas que la imaginación no puede representarse.

Gonzalo pagó aquella mirada con otra de rendimiento absoluto. Cecilia se había puesto levemente pálida y sonreía para disimular su turbación. Vamos, ¡idos, idos! No os quiero ver delante añadió. Si me la estáis pegando, peor para vosotros, porque tomaré una venganza sonada. La broma no era delicada, teniendo presente lo que había mediado entre Cecilia y Gonzalo.

Isidro se aproximó más, pegando todo un lado de su cuerpo al de Feli, percibiendo la firmeza elástica de su carne, su tibia suavidad, al través del mantoncillo y la falda sutil.

Al regreso de su primera correría como matador de cartel pasó las noches del invierno junto a la reja de Carmen, envuelto en su capa de corta esclavina y graciosa ampulosidad, de un paño verdoso, con pámpanos y arabescos bordados en seda negra. Me han dicho que bebes mucho suspiraba Carmen pegando su cara a los hierros. ¡Pamplina!... Orsequios de los amigos que hay que degolver, y na más.

Palabra del Dia

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