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Actualizado: 24 de junio de 2025
Es por regla general en las flogosis agudas en las que está indicada la brionia, en el momento en que los tejidos van á sufrir una alteracion piogénica, como en la otitis reumática, la metritis, la ovaritis, la inflamacion roja y nudosa de los pechos en las nodrizas, en la oftalmía reumática y artrítica; pero en este caso, el zumaque y el cólchico..... son ayudantes muy útiles.
En vano pretende vivificarla acariciando sus hermosas caderas, y gimiendo de dolor entre sus marmóreos pechos. Ya no es mujer, es una divinidad. Es la diosa del amor en nueva forma, con caracteres desconocidos.
Pero no se halla todavía dinero y la tiranía crece, la tiranía no respeta ya nada: ni la fe de los tratados humanos, ni la fe de este eterno pacto de justicia que el hombre tiene hecho con Dios. El edicto de la expulsión de los moriscos, llena de horror á todos los pechos generosos...
Ambos contendientes seguían en pie; se miraban como extrañados de que no hubiese ocurrido nada. De pronto, el barón echó a correr hacia su enemigo, éste avanzó a su encuentro, y chocaron ambos sus pechos, mientras los brazos se cruzaban espontáneamente en un estrujón amoroso.
Cuando se descorría la mampara de hierro que tapaba el horno, las llamas enrojecían las paredes, y su reflejo, resbalando por los tableros cargados de masa, coloreaba los blancos taparrabos y aquellos pechos atléticos y bíceps de gigante, que, espolvoreados de harina y brillantes de sudor, tenían cierta apariencia femenil.
La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron. 13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Ella será como una multitud de tabernáculos. 3 Tus dos pechos, como gemelos de gama.
Sorda exclamación de regocijo escapose de todos los pechos. Las pupilas se dilataron, los cuerpos se irguieron. ¡Quién le hubiera dado presenciar hasta el fin aquella escena! Era, sin duda, un enviado secreto del Sultán de Turquía el que llegaba. A no ser el roce de su daga contra el cerrojo hubiese podido seguir atisbando sin que nadie sospechara su presencia.
Comenzó luego la invidia a apoderarse de los pechos de los que se habían de probar en los juegos, viendo con cuánta facilidad se había llevado el extranjero el precio de la carrera.
La Naturaleza se ingenia con la idea que la atormenta de acariciar al pequeñuelo, abrazarlo y acercárselo á los pechos. Ceden los ligamentos, se dilatan, desprendiendo el antebrazo, y de ese brazo surge un pólipo aplanado. Esta es la mano. De manera que el lamantín goza de tan suprema dicha: con su mano abraza al hijuelo para estrecharlo contra su pecho, y, agarrándolo, colócalo sobre su corazón.
Mostraba entre las puntillas de la camisa sus pobres pechos de tísica, que apenas si se destacaban con ligera hinchazón sobre el mísero costillaje. Era una criada que había dado a luz una niña; una pobre bestia de trabajo convertida en madre por el capricho momentáneo del señorito. La chaquetilla de señora que le servía de abrigo en el hospital era tal vez la única recompensa de su caída.
Palabra del Dia
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