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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Y en una de estas entrevistas, donde las palabras se interrumpían con repentinos impulsos de pasión y las frases se cortaban con un salto de bestia en celo, ahogándose entre las bocas juntas y los pechos oprimidos por el abrazo, fue cuando Leonora manifestó su capricho. Me ahogo aquí dentro.
13 y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo de hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro. 14 Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; 15 y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas.
A cuyas voces salió Teresa Panza, su madre, hilando un copo de estopa, con una saya parda. Parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos.
Antes de exponer á las dos mozas á la pública vergüenza, fueron paseadas por la ciudad montadas en dos pollinos, desnudas las espaldas y los pechos y seguidas del verdugo, que propinó á cada una cien azotes, con arreglo á la sentencia que se les había impuesto.
Juan Pérez de esta ciudad, como uno del pueblo, y para el bien público, digo que el Provincial de la Hermandad, ha nombrado por secutor de hermandad á un hombre llamado Luis Sánchez el cual es hombre infame y es zapatero que usa dicho oficio con delantal delante de los pechos y golpeando con un box, llamando la gente y calzando zapatos á negros y blancos y limpiándoles los pies, y además de esto, sirve al obispo Esquilache en lo que le manda.
Y ella, la soberana, los contemplaba desnuda desde su movible trono, coronada de perlas y estrellas fosforescentes extraídas del fondo de sus dominios, blanca como la nube, blanca como la vela, blanca como la espuma, sin más alteración en su alba majestad que un rubor de rosa húmedo, igual al barniz de las caracolas, que coloreaba su boca y sus calcañares, el pétalo final de sus pechos y el botón convexo de su vientre, mar de nacarada tersura, en el que se borraban las huellas de la maternidad con la misma rapidez que los círculos en el agua azul.
El menosprecio que el Soberano hacía continuamente de la opinión de las Cortes, los nuevos pechos y arbitrios particulares que se imponían sin consultarlas, el Ordenamiento del Rey Alfonso anulado, las franquicias rotas, los fueros moribundos: tales eran los tópicos predilectos de sus arengas. El Gobierno se había convertido, según él, en un potro de extraer caudales y estrangular alientos.
Atención, señores. El del Barandal del cielo dijo Asunción, respirando con alegría. El de los Santos pechos dijo Presentación. Vamos, no se haga usted de rogar. Pues voy a echarles una canción que me enseñaron los franceses. No, nada de franceses. Si es muy bonita, aunque a decir verdad, yo no la entiendo.
7 Mas también éstos erraron con el vino; y con la sidra se entontecieron. El sacerdote y el profeta, erraron con la sidra, fueron trastornados del vino, se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio. 9 ¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? A los quitados de la leche. A los destetados de los pechos.
Jamas en su provecho concertaron Los divididos animos briosos, Antes entonces mas los apartaron Quando se vieron mas menesterosos; Y ansi con sus discordias convidaron Los barbaros de pechos codiciosos A venir y entregarse en mis riquezas, Usando en mí y en ellos mil cruezas.
Palabra del Dia
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