Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de junio de 2025
Al fin, habiendo dejado escapar un acorde más áspero y estridente que los otros, el viejo párroco no pudo aguantar más, y levantándose vivamente, se fue hacia él y le encajó una patada en los riñones que le hizo caer de bruces. Allá fueron el músico y su violón rodando con estrépito. Al ruido levantaron la cabeza todos los fieles.
Aquello no fue un bofetón, fue una coz, una patada del excelentísimo Martínez, que acababa de un golpe con las peinetas y mantillas, con más facilidad que acabó Esquilache con los sombreros y las capas.
«Me está toreando protestaba él mentalmente . Se está divirtiendo conmigo... ¡Ay, si estuviésemos en tierra pudiera dejar de verte! ¡Qué patada te ibas a llevar, hija mía!» Pero estaban en el Océano, encerrados en un espacio de unos centenares de metros. Una cadena irrompible los sujetaba a los dos, y cuando el uno se alejaba, el otro forzosamente iba detrás.
Son atroces, ¡ja, ja, ja!... Que diga mamá si empondero ni tanto así... Porque, hija, ¡nos tienen sacudida cada patada en la boca del estómago!... Y así durante quince minutos, sin que nadie pudiera meter baza en la conversación.
A la primera insinuación amorosa, brusca, significada más por gestos que por palabras, el ama contestó con un gruñido, y fingiendo no comprender lo que le pedían; a la segunda intentona, que fue un ataque brutal, sin arte, de hombre casto que se vuelve loco de lujuria en un momento, Paula dio por respuesta un brinco, una patada; y sin decir palabra se fue a su cuarto, hizo un lío de ropa, símbolo de despedida, porque tenía allí muchos baúles cargados de trapos y otros artículos, y salió diciendo desde la escalera: ¡Señor cura! yo me voy a dormir a casa de mi padre.
Con este fin, puramente lógico, dió una tremenda patada a la mesilla dorada donde reposaba la aborrecida licorera, que se derrumbó con estrépito y se hizo cachos.
Pero mientras el ogro tomaba fuerzas para dar su terrible patada y la anunciaba a gritos cien veces al día, la prole felina seguía tranquilamente en un rincón, formando un revoltijo de pelos rojos y negros, en el que brillaban los ojos con lívida fosforescencia, y coreando irónicamente las amenazas del carretero: ¡Miau! ¡Miau! ¡Bonito verano era aquel!
Toda la vida trabajando como el obispo y sin salir nunca de cristos a porras. Hoy ganado y mañana perdido. Todo se hace sal y agua. Eso sí, siempre tiesa como un ajo, y todavía, aquí dónde me ves, le acabo de dar una patada a la muerte porque el año pasado tuve una ronquera, pero una ronquera... Pues nada, Dios y la flor de malva aclararon el modo de hablar, y aquí me tienes.
Palabra del Dia
Otros Mirando