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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Sobreponiéndose, pues, á las reflexiones del indiano la fuerza de voluntad de Andresillo y la buena fe de su padre, el primero prometió su protección al segundo; y desde aquel día no se pensó más en la casita que conocemos que en arreglar el viaje lo más pronto posible. Los preparativos al efecto eran bien sencillos: sacar el pasaporte y hacer el equipaje.

A las cinco en punto, después de haber empleado el día en hacer refrendar su pasaporte, en recoger algunos fondos de manos de su banquero, en disponer su carroza de viaje para las seis y media de aquella tarde y en llevar a cabo otras varias diligencias, llegó a casa del doctor.

Una negra vieja que en otro tiempo había pertenecido a su familia y había sido vendida en Buenos Aires, lo reconoce; sabe que está detenido: «Amito le dice , ¿cómo no me había avisado? En el momento voy a conseguirle pasaporte. ¿?

Mientras que si Juanita acertaba a ser rígida sin disgustar y ahuyentar al pretendiente, pero sin otorgarle tampoco el menor favor de importancia antes que el cura diese en la iglesia el pasaporte para los favores, convirtiéndolos en actos de deber y cargas de justicia, harto posible era que don Paco se emberrenchinase hasta tal punto que entrase por el aro, rompiendo todo el tejido de dificultades que al aro pusiesen doña Inés y otras personas, y elevando a Juanita a ser legítimamente la señora del personaje más importante del lugar, después de don Andrés Rubio, el cacique.

En cuanto a la Embajada, terminé por encontrarla dos calles más allá de mi fonda, pero el descubrimiento no me sirvió para nada, porque el canciller se negó a darme pasaporte para Würzburgo. Según parece, éramos muy mal vistos por aquellos días en Baviera, un francés no hubiera podido aventurarse sin peligro hasta los puestos avanzados.

Los primeros tienen capa o capote, aunque haga calor; echarpe al cuello y gorro griego o gorra si son hombres: si son mujeres gorro o papalina, y un enorme ridículo; allí va el pañuelo, el abanico, el dinero, el pasaporte, el vaso de camino, las llaves, ¡qué más yo! Los acompañantes, portadores de menos aparato, se presentan vestidos de ciudad, a la ligera.

No se trata ahora de eso. ¿Soy yo viudo? Lo ignoro, señor: en Zaragoza se sabe únicamente que un día llegó vuecencia en una silla de posta, procedente de Madrid, a la fonda de las Cuatro naciones, en donde tomó el mejor aposento: en el pasaporte de vuecencia constaban su nombre y su título: muy luego se comprendió que vuecencia estaba gravemente enfermo: al cabo su enfermedad se agravó: lo que antes era una monomanía tranquila, se convirtió en una locura furiosa, y fue preciso...

Cuando acabó de hablar con el alcalde, se levantó, y haciéndome una seña me presentó a aquel honrado personaje, a quien no solamente saludé, sino que, en cumplimiento de mis deberes militares, me presenté oficialmente, habiéndome excusado él con suma bondad de la fórmula de presentación en la casa municipal esa noche, aunque ofrecí poner en sus manos mi pasaporte al día siguiente.

Despues, al llegar á París, era preciso sufrir un huevo examen escrutador, tomar un coche que la policía conocia, hacer registrar el pasaporte, etc., etc.; y si se cambia de hotel ó habitacion, la policía tiene el informe al instante por medio de los porteros y los criados que son sus agentes secretos, por interes ó por miedo.

Hasta parece que, deseoso de visitar París, pidió pasaporte para volver por Francia. No lo consintió S. M., y para evitar la tardanza escribió la siguiente carta, en que revela muy a las claras, conocer la calma andaluza del inmortal sevillano.

Palabra del Dia

bagani

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