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Actualizado: 22 de noviembre de 2025
Hubo varias causas de esta larga tardanza, y la principal fué el apartarse y dividirse las naves pocos días después de la partida de Cádiz, y perderse de vista la una de la otra, que encontrando rapidísimas corrientes que la desviaban, furiosísimos vientos que la maltrataban, disformes tempestades que la echaron á las costas de Guineos, se vió precisada la almiranta, en que le cupo venir á nuestro P. Antonio, á aferrar en la isla de Santiago, una de las islas Hespérides, que llamamos ahora Cabo Verde.
Del amor de Clara por el poeta rondeño estaba más convencido aún. Con este doble convencimiento, de que se alegraba, precipitó más la partida de D. Carlos, y antes de mediodía consiguió que saliese del pueblo con dirección á Sevilla.
Pero se indemnizaban después con una buena partida de cricket, en la que Tragomer manejaba el mazo con un vigor que había contribuído no poco á conquistarle el favor de los hermanos de Maud.
Y así, hallándose las dos, con todo sosiego, en la salita de doña Luz, la mañana misma de la partida de D. Jaime, dijo la hija del médico a la hija del marqués: Vamos, confiesa que nuestro diputado no te parece saco de paja. No me parece sino muy bien respondió doña Luz . Decir otra cosa sería hipócrita falsedad. Es elegante, discreto, buen mozo y muy amable.
Detrás de los tres individuos que, montados en fuertes caballejos, parecían jefes de la partida, venía maniatado a la espalda un hombre, como de treinta años, de barba negra, muy moreno, con un pañuelo liado a la cabeza y mal arropado con un capote pardo de los que usa el personal subalterno de ferrocarriles. Era un telegrafista de la estación cercana. Es uno del tren. ¡No chistes!
Sí, lárgate añadió Ana . ¡Para las buenas noticias que traes! En vez de obedecer, acercose Chinto a la cama, donde jadeaba Amparo partida, hecha rajas por el horrible esfuerzo de su cólera.
Volaba mi pensamiento a través de las sombras en busca de la humilde casa cural; me imaginaba yo que estaba allí, en la modesta salita, cerca del sacerdote, y al lado de Angelina. Asistía yo a la partida de ajedrez, y a la sesión de lectura. El anciano en su sillón; Angelina a un lado, cerca de la mesa, a la luz de una lámpara, con un libro en las manos.
Apunte usted, secretario: estas gentes vienen a estudiar: me parece que los enviaremos al tribunal de Logroño... ¿Qué trae usted en la maleta? Libros... pues... Recherches sur... al sur ¿eh? este Recherches será algún autor de marina: algún herejote. Vayan los libros a la lumbre. ¿Qué más? ¡Ah! una partida de relojes, a ver... London... este será el nombre del autor. ¿Qué es esto?
No pasa un día sin que alguna persona se acerque al general Mendieta y le haga saber que partidas de miles de hombres alzados se encuentran rodeando su finca y que han amenazado quemarla; otros que han visto 500 hombres armados hasta los dientes, que se encontraban esperando el paso de un tren, y cuando se ordena la salida de un escuadrón para el lugar en que se ha dicho que estaba la tal partida, resulta que no se ha visto á nadie y que todo se encuentra en absoluta tranquilidad.
La Duquesa arregló sus ajadas plumas con cansada coquetería; la madre Shipton miró de reojo con malevolencia a la posesora de El Cinco, y el tío Billy no perdonó a ninguno de la partida con sus diatribas.
Palabra del Dia
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