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Actualizado: 22 de julio de 2025
En estas afecciones está indicado por la angustia ó la agitacion y el abatimiento, por la apatía moral y una astenia profunda cuyo punto de partida es el gran simpático.
Buen negocio ha hecho usted en la partida de cacao de la viuda e hijos de Villamor, amigo don Eugenio. Phs; regular. «En este momento me acaba de decir don Rosendo que ese negocio se le ha escapado a él de las manos por tonto.» Como don Rosendo pasa por el primer comerciante de la villa, don Eugenio no puede menos de sentirse lisonjeado por estas palabras.
Timoteo salió a alquilar un carruaje. Tanto él como Mario se brindaron a acompañarle y sus esposas respectivas lo mismo. Miguel Rivera, que estaba allí casualmente, también quiso ser de la partida. A las tres de la tarde salieron todos, en un familiar, de la calle de Ramales, célebre ya en todo el orbe, en dirección a la puerta de Toledo. El día claro y apacible.
Felipe por su parte la habia pagado con justo valor el amor que depositara en él; mas se le iba estinguiendo, no le entusiasmaban ya los repetidos halagos de su esposa, y por esto no le causaba sentimiento su partida, verificándola aun antes de que esta se hallase repuesta de la indisposicion de su parto.
Tal vez sea el punto real en que la vida obscuramente despierte del sueño de piedra, sin desprenderse aún de su rudo punto de partida, como para advertirnos, á nosotros tan soberbios y que miramos desde tan alto, la fraternidad ternaria, el derecho que el obscuro mineral tiene á subir y animarse, y la aspiración profunda que existe en el seno de la Naturaleza.
En esto intermedio dispusimos el armar unas balsas y un bote de cuero, interin aguardábamos las resultas de dicha partida. Dia 28.
Finalmente, en menos de dos credos dio con todo el retablo en el suelo, hechas pedazos y desmenuzadas todas sus jarcias y figuras: el rey Marsilio, mal herido, y el emperador Carlomagno, partida la corona y la cabeza en dos partes.
En este revuelo de alas blancas que la primera noticia del descubrimiento lanzó a las soledades oceánicas, la marcha audaz siempre adelante, por mar y por tierra, a través de tempestades, montañas, estrechos y lagunas, fue la consigna general. ¡Llegar o morir! Nadie regresaba al puerto de partida sin haber visto algo extraordinario y traer muestras maravillosas.
En este medio tornaron las galeras que habían ido á Mesina. El Visorrey, fastidiado de haberse detenido tanto en Malta, dió priesa á la partida, y á los 9 de hebrero se salió de casa del Maestre sin despedirse dél ni hablarle, se fué á embarcar. El Maestre quisiera tornarle aquella noche á casa y no pudo.
Preciso es que convenga con ella lo concerniente a su partida. No puedo estarme eternamente en Quimper, y he hecho rogar a Elena que me reciba en seguida; a las cuatro. El mismo día a las siete de la tarde. Por fin la he visto de cerca. Me estaba esperando en el gran salón en que ayer reposaba su tía.
Palabra del Dia
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