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Después de haber dado a los Bufos Parisienses, con el seudónimo de Julio Servières, las operetas en un acto: Adelante, señores y señoras, prólogo de apertura, en colaboración con Méry; Lleno de agua; Madama Papillón; hizo representar otras obras con su nombre. Colaboró con León Battu, Héctor Cremieux y sobre todo con Enrique Meilhac.

Los cocheros pueden esperarnos aquí. Nos hemos olvidado de traer con nosotros un médico; pero el lacayo, que he dejado en Parthenay, tiene encargo de traernos el de la localidad. El cochero del turco era uno de esos merodeadores parisienses que circulan después de media noche bajo un número de contrabando. Ayvaz lo había tomado a la puerta de la señorita Tompain, y no lo había vuelto a dejar.

Por desgracia, el periodismo español está demasiado afrancesado en algunas materias; se descuida mucho lo nacional por las traducciones de futilezas parisienses; y no pocas veces hay que recordar á Fígaro, á propósito de ciertos traductores que no cuentan para su labor sino con «atrevimiento y diccionario, y algunos con el atrevimiento solo.» ¿Quereis tener alguna idea respeto de Madrid social?

A Liette le gustaba aquel rincón, poético vestigio del pasado que se armonizaba mejor con sus inocentes prácticas que el cuadro moderno de las iglesias parisienses.

En Francia se iban cerrando una tras otra las puertas que el español suntuoso atravesaba al concurrir á los saraos y festines de los cortesanos parisienses, imitadores de su Rey; el comensal picante, el que un día por gala se decía Antonio Pérez, mendigo en Francia , veía con espanto la horrible faz de la miseria, sin encontrar reparo que le escudara; sordo el monarca á las súplicas, pretendía llegaran á los personajes influyentes con agasajos de aquellas industrias españolas de estimación galante.

Por mi parte, te declaro que no es ése precisamente el marido que habría querido para Magdalena. Ella es de su provincia. El señor De Nièvres se me figura que no es de ninguna parte, como les sucede a muchos parisienses: la transportará, pero no la fijará. Aparte eso, me parece bien. Muy bien le dije. Estoy convencido de que hará feliz a Magdalena... y después de todo...

Un grupo de ricos parisienses, en su mayor parte banqueros judíos, cubría en aquel momento de hoteles particulares la llanura de Monceau en torno del parque. La princesa Lubimoff se hizo construir en este barrio un palacio enorme, con un jardín que resultaba inaudito por sus proporciones dentro de una ciudad.

Las parisienses saben dar un buen giro a sus frases, presentándolas de una manera conveniente y complicada, pero yo no ... y hablando francés me costaría mucho salir del paso si no dijera las cosas lisa y llanamente como se me ocurren. En fin, estoy contenta, en extremo contenta, señor cura, y espero que vos también quedaréis satisfecho de vuestras nuevas parroquianas.

La divina canción. La muchachita de Jerusalén. Siona entre los bárbaros. Mujercitas. La señora Jardincito. Túnez la Blanca. La famosa comedianta. Trenes de lujo. La Carrera. El cetro. El carro del Estado. Allá lejos. Al revés. En rada. En familia. Las hermanas Vatard. Apuntes parisienses. El demonio de la vida. Humos en el campo. Las sanguijuelas. El viejo calavera. Afrodita.

Como comprendes, hija mía, me vuelvo a encontrar en mi esfera dijo repantigándose en los almohadones del coche amablemente enviado por la castellana y respondiendo con una señal protectora de cabeza al saludo de la gentecilla que examinaba desde su puerta el traje de las «parisienses». ¿Estás contenta, mamá? Por ti solamente, querida; a tu edad es preciso no enclaustrarse como una abuela.