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Actualizado: 4 de mayo de 2025
¿Qué Príncipe? exclamó Delaberge algo desorientado. El cochero echóse a reír. Quiero decir el señor Princetot, pardiez... Es un apodo que le dan, tan rico es y tan poderoso... Le llaman el Príncipe y a su mujer la Princesa... Yo le aseguro a usted que son gente rica... La mitad del término es suyo.
Su marido navegaba sobre los bancos de Terranova, mientras que ella rodaba por París. ¿Asistió usted a su presentación en esta ciudad, señor duque? ¡Sí, pardiez! y me atrevo a decir que hay pocas mujeres que hayan hecho mejor su camino. Ser bonita y tener talento, no es nada; lo difícil es aparentar ser millonaria, la única manera de que se le ofrezcan millones.
Ya sé qué enfermedad es ésa, pues se compara a todo el infierno junto dijo el Diablillo . Vámonos a casa de nuestra mulata: almorzarás y conmutarás en sueño la pendencia; y acuérdate que has de ser presidente de la Academia, y yo fiscal. Pardiez dijo don Cleofás , todo se me había olvidado con la pesadumbre; pero es razón que cumplamos nuestras palabras como quien somos.
Pardiez, yo no me pienso moler por quitar las barbas a nadie: cada cual se rape como más le viniere a cuento, que yo no pienso acompañar a mi señor en tan largo viaje. Cuanto más, que yo no debo de hacer al caso para el rapamiento destas barbas como lo soy para el desencanto de mi señora Dulcinea.
¡Pardiez, señor -dijo Sancho-, si no tenemos otra prueba de nuestra intención que la que vuestra merced dice, tan bacía es el yelmo de Malino como el jaez deste buen hombre albarda! -Haz lo que te mando -replicó don Quijote-, que no todas las cosas deste castillo han de ser guiadas por encantamento.
¡Bonita idea la de quererme casar con esta soltera rabiosa! ¿Creería que por ochenta mil francos de renta iba á arriesgar la dicha de toda mi vida? Pardiez, no necesito su dinero ...¡Que lo guarde ella, puesto que el matrimonio es la condición sine qua non de la herencia!
-Pardiez, vuesa merced tiene razón -respondió el castellano-, que aconsejar a este buen hombre es dar coces contra el aguijón; pero, con todo eso, me da muy gran lástima que el buen ingenio que dicen que tiene en todas las cosas este mentecato se le desagüe por la canal de su andante caballería; y la enhoramala que vuesa merced dijo, sea para mí y para todos mis descendientes si de hoy más, aunque viviese más años que Matusalén, diere consejo a nadie, aunque me lo pida.
Acerca de si me querrían entender, me tranquilizó afirmándome que en los más no estaría el daño en que no quisiesen, sino en que no pudiesen. Y en lo del riesgo de gustar poco a unos y disgustar mucho a otros: ¡Pardiez! me dijo que os embarazáis en casos de poca monta.
Dejó doña Clara la pluma y luego la mesa, y fué á sentarse junto al brasero entre su marido y Quevedo. ¡Vive Dios! exclamó Quevedo , que estoy viendo en vos una experiencia, doña Clara. ¡Una experiencia! ¡Sí pardiez! los ojos y la razón engañan. Explicáos. ¡Si sois más doncella hoy que ayer! dijo Quevedo mirando de una manera profunda á doña Clara. Púsose la joven vivísimamente encendida.
Abrió la lavandera su desdentada boca y rióse desvergonzadamente; después fijó sus maliciosos ojos en el rostro del inspector general y exclamó: ¡Pardiez!... Tiene a quien parecerse... También usted, señor Delaberge, también usted era un excelente muchacho en la época en que nació ese niño... Delaberge se estremeció.
Palabra del Dia
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