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Actualizado: 24 de julio de 2025
Te haré comprender mejor la grandeza de este cariño diciéndote que por evitarte un padecer leve, tomaría yo para mí los más espantosos que pudieran imaginarse. Abnegación es eso. PANTOJA. Considera cuánto padeceré ahora viendo que no puedo evitarte una penita, un sinsabor... ELECTRA. ¡A mí! PANTOJA. A ti. ELECTRA. ¡Una penita...!
PANTOJA. Fui malo, digo, en una ocasión de mi vida. PANTOJA. No. Cuando yo me envilecí, cuando me encenagué en el pecado, no había usted nacido. ELECTRA. Pero nací... Cierto... ELECTRA. Nací... Por Dios, señor de Pantoja, acabe usted pronto... PANTOJA. Su turbación me indica que debemos apartar los ojos de lo pasado. El presente es para usted muy satisfactorio. ELECTRA. ¿Por qué?
Anita comenzó a comprender y sentir el valor artístico del D. Juan emprendedor, loco, valiente y trapacero de Zorrilla; a ella también la fascinaba como a la doncella de doña Ana de Pantoja, y a la Trotaconventos que ofrecía el amor de Sor Inés como una mercancía.... La calle obscura, estrecha, la esquina, la reja de doña Ana... los desvelos de Ciutti, las trazas de D. Juan; la arrogancia de Mejía; la traición interina del Burlador, que no necesitaba, por una sola vez, dar pruebas de valor; los preparativos diabólicos de la gran aventura, del asalto del convento, llegaron al alma de la Regenta con todo el vigor y frescura dramáticos que tienen y que muchos no saben apreciar o porque conocen el drama desde antes de tener criterio para saborearle y ya no les impresiona, o porque tienen el gusto de madera de tinteros; Ana estaba admirada de la poesía que andaba por aquellas callejas de lienzo, que ella transformaba en sólidos edificios de otra edad; y admiraba no menos el desdén con que se veía y oía todo aquello desde palcos y butacas; aquella noche el paraíso, alegre, entusiasmado, le parecía mucho más inteligente y culto que el señorío vetustense.
12 El rey Don Alfonso el de la mano horadada, comedia burlesca, de un ingenio de esta corte. 1 El alcázar del secreto, fiesta que se representó á SS. MM. en el Buen Retiro, de D. Antonio de Solís. 2 Travesuras de Pantoja, de D. Agustín Moreto. 3 San Froilán, de un ingenio de esta corte. 4 El caballero, de D. Agustín Moreto. 5 El rey Don Sebastián, de Francisco de Villegas.
PANTOJA. Esa luz que usted cree inteligencia, no lo es. Es tan sólo el resplandor de un fuego intensísimo que está dentro: la voluntad. Con esta fuerza, que debo a Dios, he sabido enmendar mis errores. EVARISTA. Después de la confidencia que me hizo usted anoche, veo muy claro su derecho a intervenir en la educación de esta loquilla...
ELECTRA. No vengas, hombre... por Dios, no vengas. Di que sí. MÁXIMO. ¡Ah! No te libras de mí. Chiquilla loca, tú tendrás juicio. Salen Máximo y el Marqués por el jardín. ELECTRA, EVARISTA, DON URBANO, PANTOJA, CUESTA, JOS
CUESTA. Para que pueda decirse una vez más que no hay paraíso sin serpiente. PANTOJA. ¡Oh, no! ¡Serpiente ya teníamos! CUESTA. Otra cosa: ¿no se ha enterado usted de la millonada que les traigo? Sí, ya sé... ya... Hemos ganado una enormidad. CUESTA. Evarista completará su magna obra de piedad... Sí. CUESTA. Y usted dedicará mayores recursos a San José de la Penitencia. CUESTA. Que...
PANTOJA. Digo más: te digo que puedes amarle, que es tu deber amarle... PANTOJA. Y amarle entrañablemente... (Pausa.)
ELECTRA. ¡Esperar, esperar siempre! Evarista y Pantoja empeñados en que yo he de ser ángel, y yo... vamos, que no me llama Dios por el camino angelical. No temas. Confía en mí. Yo te reclamaré como protector tuyo, como maestro... Pero no tardes. Por la salud de tus hijos, Máximo, no tardes. Oye lo que se me ocurre: ¿por qué no me tomas como a uno de tus niños, y me tienes como ellos y con ellos?
PANTOJA. No veo nada: no quiero ver más que a Electra, por quien vengo; a Electra, que no debe estar aquí, y que ahora se retirará conmigo, y conmigo llorará su error. MÁXIMO. Perdone usted. Antes de cogerla debió usted hablar conmigo, que soy el dueño de esta casa, y el responsable de todo lo que en ella ocurre, de lo que usted ve... de lo que no quiere ver.
Palabra del Dia
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