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Actualizado: 20 de junio de 2025


Allí cada planta, la palmera colosal, como la humilde violeta japonesa, vive lujosamente, con toda la frescura, la belleza, el brillo, el perfume y los tesoros que les dan el sol, las brisas y el rocío en los climas ardientes ó templados á que pertenecen.

Se ven en los bosques árboles gigantescos y de un follage el mas variado: distínguense allí entre los motacúes y otras plantas conocidas, unas hermosas palmas, llamadas de rosario , por servir sus cocos para hacer cuentas de rosarios. Esta palmera, cuyo tronco liso y derecho está coronado de grandes hojas graciosamente arqueadas, es sin disputa una de las mas elegantes.

Prefería pasear por el tablado, haciendo eses, inclinando el cuerpo con ondulaciones de palmera, acercándose de vez en cuando a los bancos llenos de alegría para azotar una mejilla con suave palmada, o decir al oído de un angelito con faldas un secreto que excita la curiosidad de todas y origina siempre una broma de las que sabe preparar don Fermín de modo que acaben en lección moral o religiosa.

Por fin el gitano se arrancó de los dos brazos que le estrechaban amorosamente, puso el pie en la escala de seda y la subió con su acostumbrada agilidad. La monja, sentada al pie de la palmera, seguía todos sus movimientos con la mirada inquieta. Hasta la noche decía ella , hasta la noche, dueño mío, amor mío.

Es una especie de palmera cuya altura varía entre diez y veinte pies, que tiene un tronco muy corto coronado de grandes frondas de color verde brillante. Sus flores despiden un perfume muy fuerte, su fruto se asemeja un tanto al del coco y echa desde cuatro hasta nueve bayas por árbol.

Se baila bien, con esa gracia de las mujeres americanas que no tiene igual en el mundo; las mujeres bailan mejor que los hombres. Me recordaban la limeña flexible como una palmera, con sus ojos resplandecientes y su ondulación enloquecedora. Se comprende fácilmente que los jóvenes se resistan a conformarse con la privación de esas fiestas tan gratas.

¡Al caer las hojas!... Aborrecía los árboles cuyos ramajes se desnudaban como esqueletos del otoño; huía de ellos como si su sombra fuese maléfica, y adoraba una palmera que el siglo anterior plantaron los frailes, esbelto gigante con la cabeza coronada de un surtidor de ondulantes plumas. Aquellas hojas no caían nunca.

Claustro del convento de franciscanos. 402 Hospital de Espósitos. id. Detalles de la fachada del mismo. id. Vista de Córdoba desde los Mártires. 404 Capilla del hospital del Cardenal. id. Casa de Gerónimo Paez. 406 Fragmentos de los palacios de Medina-Azzahra. 423 NOTAS: Véase la página 220 del tomo de Granada. Esta palmera era entonces la única que habia en España.

No siente el frío; al lado de los cristales de nieve circula libremente la savia en los tejidos de la delicada soldanela, que inclina sobre la nieve su corola de tan puro y suave matiz: cuando brilla el sol, de ella puede decirse mejor que de la palmera de los oasis que tiene el pie en el hielo y en el fuego la cabeza.

Oyéndola llamar monos a las tremendas calabazas que Gloria me había propinado, alegroseme el alma. Había encontrado un medio de que tropezásemos y pudiésemos hablarnos. En su casa no quería que fuese. Quizá su prima se ofendería de que la llevasen engañada. Lo mejor era ir de excursión a la Palmera, una casa de campo que tenían del otro lado del río.

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