Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de junio de 2025


Como suelen hacer en tales casos los amantes desdeñosos, en vez de escuchar las lamentaciones y las quejas de la reina, el barítono aprovechó el descanso para toser y escupir disimuladamente, y después se puso a revisar con gran descaro los palcos, donde lucían su belleza las señoras más encopetadas.

En los palcos inmediatos corría de boca en boca un nombre que llegó hasta el nuestro. El orador era D. Diego Muñoz Torrero.

Pues, señor, hasta ahora no es gran cosa. Lo que tiene es buenos versos. Entretanto la condesita de * entra al segundo acto dando portazos para que la vean; una vez sentada no se luce el vestido; los fashionables suben y bajan a los palcos: no se oye: el teatro es un infierno: luego parece que el público se ha constipado adrede aquel día. ¡Qué toser, señor, qué toser!

Se apeó delante del teatro y despidió el coche, y usando de su privilegio de autor entró sin detenerse en la taquilla. Había comenzado ya el acto segundo. Se acercó a la puerta central de las butacas, la entreabrió y echó una rápida mirada a los palcos. En seguida le vio. Había dos señoras en primer término y él con otro caballero detrás de ellas.

Así que, arrastrados de la curiosidad, tanto como de la cortesía, acudieron a las tres en punto todos los convocados y muchos más a quienes nadie había dado vela en aquel entierro. El teatro se llenó de bote en bote. La gente principal se apoderó de las butacas y los palcos. La plebe subió a la cazuela. En el escenario se había colocado una mesa de escribir vieja y sucia.

De ninguna manera. Necesita contestar a las cartas y reclamaciones que recibe por todas partes; y las señoras, sobre todo, son las más exigentes en ese día. Debía usted haberme reservado dos palcos, y no he podido obtener más que uno. Me había usted ofrecido una delantera, y sólo he recibido un asiento de primera fila.

Mientras Garabato le ofrecía un vaso de agua, el matador miró a los palcos, encontrándose con los ojos de doña Sol, que le habían seguido hasta su retiro. ¡Qué pensaría de él aquella mujer! ¡Cómo reiría en compañía de su amigo, viéndole insultado por el público!... ¡Qué maldita idea la de aquella señora de venir a la corrida!...

Se levantarán algunos de sus asientos. Ya. Acaban de decir que quedan enterados. Nosotros también. Tanto ruido para nada. Silencio, señores, que vamos a oír un discurso. ¡Un discurso! Oigamos. ¡Qué ruido en los palcos! Si no calla el público, el presidente mandará bajar el telón. ¿Es aquel clérigo que está allí enfrente quien va a hablar?

Sin embargo, en tiempo de Navidad y Carnestolendas solían hacerse comedias de teatro, con bastidores y máquinas, y entonces se colocaban los telones que entre año estaban arrimados: se ponía orquesta, y se aumentaba, á proporción, el precio de las entradas y palcos. La música ordinaria estaba reducida á una vihuela, que tocaba el guitarrista de la compañía.

Luego se habló de una compañía dramática, recién llegada, y que esa noche daría su primera función en el Teatro Pancracio de la Vega. ¿Irás?... me decían. ¡Buena compañía! Esta noche nos darán «Fe, Esperanza, y Caridad». No queda una butaca; los palcos estarán llenos, y la temporada será magnífica. En aquellos momentos pasaron frente a nosotros las señoritas Castro Pérez.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando