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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Sucedió que aún no había esta concluido de anunciar con suspiros y ayes la inminencia de su catástrofe, cuando Rosalía con decidido tono le dijo: «¿Usted me firma un pagaré comprometiéndose a devolverme dentro de un mes la cantidad que yo le ahora?

Eminente joven, gloria de la patria, si le prestaras cuatro duros al señor conde de Rumblar, Europa entera te lo agradecería. Le di los cuatro duros. Gracias, gracias, benemérito soldado. Te los pagaré cuando me case. Dime, ¿no te parece que hago bien en desechar vanos escrúpulos? ¿Eso qué duda tiene?

Juanita, yo doy por recibidos los ocho mil reales que me robaron con tal que me firmes un pagaré, que vencerá dentro de seis meses, por la expresada cantidad, más un pequeño tanto por ciento. Mil gracias, señor don Ramón dijo Juanita . Escriba usted los dos documentos.

Hasta aquí sabía don Pascual, y hasta aquí supo don Andrés, sin llegar a saber lo del pagaré ni la visita de Juanita a don Paco, que fueron sucesos posteriores y que don Pascual ignoraba. Don Andrés, por experiencia propia, no era muy inclinado a creer en la virtud de las mujeres. No tenía tampoco motivo alguno para hacer de Juanita una excepción honrosa.

Se tendió en la cama, y el farol quedó inmóvil ante sus ojos. Más allá de su resplandor columbró en la penumbra el rostro de la «viuda», que era el mismo de la difunta, pero no inmóvil y severo, sino maligno, con una risa devoradora. Al fin, el hombre empezó á gritar, tembloroso de miedo: ¡Yo pagaré! ¡Es la falta de los otros!... Pero ¡por Dios, apague el farol; que yo no vea esa luz!

Un poco... No cuánto... ¿De veras que no lo sabes?... Yo te lo pagaré cuando herede. Y con una franqueza brutal exteriorizó su pensamiento: ¡Cuándo me dejara en paz esa beata!... Los viejos deberían ceder su puesto á los jóvenes. ¿Qué placer pueden encontrar en seguir viviendo? Habían terminado de comer. Ella siguió llenando los vasos de los dos con aquella bebida.

No está claro exclamó don Pablo Aquiles, que iba perdiendo el color y la calma, ningún prestamista da sin una firma de garantía, si la persona no le inspira la suficiente confianza, y no podía inspirársela un niño de teta como esa desgraciada criatura; ¿has visto la firma de Esteven en el pagaré?

Hoy todavía puedes sostenerte, y al ver que te niego los ocho mil reales, buscarás a doña Clara, esa bruja prestamista, o a otra persona de la clase, y firmarás un pagaré por doce o catorce mil. Estás metida en el barro y no saldrás nunca de él; por más esfuerzos que hagas te hundirás.

Ya había dicho en el primer momento cuál era su pretensión: que no la molestase más el apoderado del príncipe por aquella deuda olvidada. La pagaré algún día, si puedo... Lo más seguro es que no la pague nunca. Dala por perdida, y dile á ese señor antipático que no me escriba más. Miguel, seducido por la sencillez con que esta mujer emitía su enorme deseo, imitó el tono de su voz.

Sácame deste Argel de vidro; que yo te pagaré el rescate en muchos gustos, a fe de demonio, porque me precio de amigo de mi amigo, con mis tachas buenas y malas . ¿Cómo quieres dijo don Cleofás mudando la cortesía con la familiaridad de la conversación que yo haga lo que no puedes siendo demonio tan mañoso?

Palabra del Dia

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