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Actualizado: 30 de junio de 2025
Los platos 20 de sopa estaban en el suelo, porque los osos no emplean mesas. Vamos a dar un paseo, dijo el oso grande; y cuando volvamos podemos tomar la sopa. Los osos tenían hambre, mucha hambre, pero eran muy pacientes y salieron todos a dar un paseo por el bosque; primero 25 el oso grande, después el oso mediano y por último el oso pequeño. Poco después entró una niña en el bosque.
Las tazas, vueltas boca abajo sobre los platillos, parecían esperar pacientes la mano piadosa que les restituyese su natural postura; los terrones de azúcar empilados en las salvillas de metal, remedaban materiales de construcción, bloques de mármol blanco desbastados para algún palacio liliputiense.
Caballeros en dos robustas y pacientes mulas y guiados por un excelente muletero, hombre sencillo, inteligente, locuaz, benévolo y muy conocedor del país y de sus tradiciones, como son casi todos los guias saboyardos, emprendímos la marcha de Chamonix á Vevey, tomando el camino de la Cabeza-Negra.
La carabana de ciudadanos de la Gran Bretaña se componia de diez ó doce individuos. Bajaban de las altas montañas, á donde habian ido á hacer una excursion, y venían á paso lento, caballeros en enormes y pacientes mulas, montados en sillas del país bastante rústicas y de notables dimensiones.
El viajero que ignora ciertos pormenores de la industria, llega á Lyon con el propósito de ir á maravillarse considerando las grandes fabricas de donde salen las ricas sederías, y que hacen trabajar á 80,000 obreros de uno y otro sexo. ¡Pero cuánta es la sorpresa al ver que semejantes fábricas no existen, y que tan enorme produccion salida de Lyon no es el fruto sino de operaciones de detall, de pequeñísimas empresas y de esfuerzos aislados y pacientes, en que el gusto y la inteligencia del obrero hacen mucho mas que la mecánica!
El aspecto de esos hombres, cubiertos de polvo y sudor, medio desnudos, desgreñados, enronquecidos por la producción continua de un grito gutural, áspero e intenso, es realmente salvaje. Son humildes y pacientes. Buen día, amigo. Buenos días, su merced. ¿De qué parte viene?
Sé hasta rencoroso contigo por tus culpas, débil hasta la exageración con las del prójimo; que el hombre debe ser tan avaro de virtudes como pródigo de perdones. Si la persecución te maltrata o la ironía te hostiga, recibe a la primera con mansedumbre y a la segunda con piedad; pues si la maldad debe hallarnos pacientes, el sarcasmo ha de inspirarnos lástima.
Entonces volvían todos los ojos hacia el rincón obscuro, donde el pobre compañero estaba en el trance de la muerte, lejos de los suyos y sin ayuda, y, acongojados los pechos, oíanse grandes suspiros. Eso es todo cuanto inspiraba a aquellos trabajadores del mar, pacientes y dulces, el sentimiento de su propio infortunio. Nada de sublevaciones ni de huelgas. ¡Solamente un suspiro!
Lo que más intrigaba a sus pacientes era que jamás recetaba, sino que él mismo proporcionaba las medicinas, marcándolas generalmente con letras, aunque a veces también con números. Naturalmente, contraje con él vínculos de estrecha amistad y lo visitaba a menudo en su nueva y lujosa casa. Un día me atreví a decirle: Doctor, hace mucho tiempo que he querido hacerle una pregunta. ¿Cuál es?
Pareciome que la onda de luz deslumbradora inundaba en regenerador bautismo la humilde cabeza de la mujer cuyos cabellos, como en la bella y dulce leyenda del Evangelio, besaba los pies del que amaba: hasta prestó una bondadosa poesía al irregular perfil de Yuba-Bill que con abiertos y pacientes ojos velaba en guardia, medio recostado entre este grupo y los viajeros.
Palabra del Dia
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