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Actualizado: 22 de julio de 2025


«¿Perdona usted también a esa mujer de quien se suponía ofendida, y a quien usted ofendió de palabra y de obra, con o sin motivo?». Este perdón que era de los duros. Callose la santa observando a la diabla intranquila. Esta tenía la cabeza echada hacia atrás, moviéndola sobre la almohada con cierta inquietud, y sus miradas vagaban por el techo.

Ella estaba ofendida profundamente; él, celoso y sombrío, no quiso pedir explicaciones ni reconocer su culpa, considerando este reconocimiento como un agravio a su dignidad; una palabra a tiempo hubiera reconciliado a los esposos; pero ninguno de ellos quiso pronunciarla. La hostilidad entre los dos se hizo cada vez mayor. Comían separados y no se veían ni se dirigían la palabra.

La contestación de Amparo, aunque pronunciada en medio de una alegre risa y con gran ligereza, tenía un fondo de dolor y de dignidad ofendida que no podían desconocerse. No hablemos más de eso; la dije: harás lo que quieras, todo menos ser monja. Hablemos de otra cosa. ¿Qué se ha hecho de doña Gregoria? Ha muerto hace dos años, me contestó tristemente. ¡Ah! ¡Pobre mujer!

Otro día se presenta en la casa de la familia ofendida, hace descender de la grupa a la niña que ha seducido, y desdeñando las maldiciones de los padres que le siguen, se encamina tranquilo a su morada sin límites. Este hombre divorciado de la sociedad, proscrito por las leyes; este salvaje de color blanco, no es en el fondo un ser más depravado que los que habitan las poblaciones.

La otra, muy ofendida, se plantó en la salida del patio, cortándola el paso, al par que la decía, con desparpajo y retintín: ¡Oiga Vd., señorita! ¿qué es lo que se ha figurao Vd.? Yo no soy denguna fregona, ¿está Vd.? Soy la Engracia. ¿Conque se arranca, Vd. a venir a preguntar por el novio, y aluego tié Vd. a menos hablar conmigo?

Pero la Majestad ofendida del Príncipe natural, aunque remita el castigo, queda siempre viva en el ánimo la memoria de la ofensa; y aunque no fuera bastante para hacerles agravios, por lo menos impidiera el no servirse de ellos en los cargos supremos: cosa indigna de lo que merecían sus servicios, nobleza y cargos administrados en paz y guerra.

Y ahora que usted es hipócrita, falsa, egoísta, peor que todas las demás...» Ella me dejaba hablar: vano era mi intento de sublevarla, de hacer que se sintiera ofendida: «Pero un día acabará usted misma por romper esa su hipócrita fidelidadagregué, «para caer en brazos de su nuevo amante... si acaso no se ha entregado usted ya a él...» Estas palabras fueron igualmente inútiles.

Elena, ofendida por la actitud de la hija de Rojas, la miraba ahora orgullosamente. Tal vez sea una flor dijo , pero demasiado silvestre. Y siguió adelante, escoltada por sus dos admiradores.

Acabo de ver al sucio de Antonio propasarse contigo sin que te hayas dado por ofendida... Por milagro de Dios no le he dejado clavado á la pared como un sapo... Vuelvo á suplicarte que si me aprecias en algo dejes de hablar con ese hombre... Ya te he dicho que no lo puedo soportar... ¡Vamos, que no puedo!... Pues haz por soportarlo respondió secamente la joven.

Por galantería, el soldado del fusil administró a Amparo un blando culatazo, diciéndole «Ea... afuera...». La Tribuna se volvió, mirole con regia dignidad ofendida, y sacando el pito, silbó al soldado. Después cruzó la puerta que se le cerró en las mismas espaldas con gran estrépito de gonces y cerrojos.

Palabra del Dia

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