Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de mayo de 2025
¡Qué desastre, si no hubiéramos tenido la precaución de llevarnos las municiones! dijo Van-Horn. Por fortuna nos quedan aún setecientos u ochocientos cartuchos, y teniendo armas no se muere uno de hambre en este país. Y sin chalupa, ¿cómo podremos volver nunca a nuestra isla? dijo Hans. ¿Y dónde nos encontramos ahora, Capitán? dijo Horn. ¿Qué nos importa estar en un punto o en otro?
En la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa Maria de Buenos Aires, á veinte y uno de Mayo de mil ochocientos diez: estando juntos y congregados en la Sala de sus acuerdos á tratar lo conveniente á la república, los Señores del Exmo.
6 Y vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. 7 Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años; y engendró hijos e hijas. 8 Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió. 9 Y vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán. 10 Y vivió Enós después que engendró a Cainán, ochocientos quince años; y engendró hijos e hijas.
Concedido que fue, se hizo preciso atender a su sostenimiento presupuestado en cinco mil pesos, no habiéndose podido reunir por de pronto mas que mil ochocientos treinta y dos; luego, merced a una módica cantidad proporcional en dinero, que debía satisfacerse en los meses de Mayo y Junio de cada año, impuesta a todos los partícipes de diezmos del Obispado, se reunió la suma total de tres mil doscientos cuarenta y tres pesos, que si bien no llenaba absolutamente el presupuesto, esto no obstante, era ya suficiente a lo mas necesario y perentorio.
Ya no vamos de carrera Por la estendida pradera, Pues somos viejos los dos. ¡Oh mi moro! quiera el cielo Caigamos juntos al suelo Al decir al mundo A dios! «El cuello atado á la servil cadena «Del tirano postrándose á los piés, «Buenos Aires esclava y miserable «Ya no es el pueblo de ochocientos diez.»
Se vió agitar del mártir la cabeza, Y su ojo frio se volvió á encender, Y desatado el labio á la palabra, Clamó: «Sois hijos de ochocientos diez!» En la llanura de la inmensa Pampa, Do de América el génio, firme estampa Su huella colosal; Do el Pampero con alas de gigante La nube azota y la ola que espumante Alza la tempestad.
Y todo esto era porque hacía mil ochocientos setenta y tantos años había nacido en el portal de Belén el Niño Jesús.... ¿Qué le importaba al órgano? Y sin embargo, parecía que se volvía loco de alegría... que perdía la cabeza y echaba por aquellos tubos cónicos, por aquellas trompetas y cañones, chorros de notas que parecían lucecillas para alumbrar las almas. El templo estaba obscuro.
La casualidad, o la Providencia, que acaso sean hermanas sin saberlo, hizo que la duquesita y Manuela se enamorasen y casaran casi al mismo tiempo, hacía mil ochocientos setenta y tantos. Sin duda el amor, que no distingue de jerarquías ni clases, les rozó simultáneamente con sus alas. Algo así debió de suceder, porque ambas fueron madres con diferencia de unas cuantas horas.
Sólo de brujos y brujas, si hemos de creer á Michelet, en Tréveris quemaron siete mil; pocos menos en Tolosa de Francia; en Ginebra quinientos en tres meses; en Wurtzburgo, ochocientos de una sola hornada, y mil quinientos en Bamberg. Convengamos en que jamás hubo en España tan espléndidas y colosales chamusquinas.
Entró sacudiéndose el mantón, calado de agua. «¡Jo... sús, qué tiempo! Llueven capuchinos de bronce. Pero ¿no ha venido usted en coche? ¿Por quién me tomas, tonta? La peseta del coche es para mí, por el mandado. Tengo más salud que el Botánico, hija, y ando más que un molino de viento... Conque toma... Cuatrocientos y cuatrocientos son ochocientos... Nueve duros en plata... Falta un duro.
Palabra del Dia
Otros Mirando