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Y todo esto era porque hacía mil ochocientos setenta y tantos años había nacido en el portal de Belén el Niño Jesús.... ¿Qué le importaba al órgano? Y sin embargo, parecía que se volvía loco de alegría... que perdía la cabeza y echaba por aquellos tubos cónicos, por aquellas trompetas y cañones, chorros de notas que parecían lucecillas para alumbrar las almas. El templo estaba obscuro.

Todo el elemento joven de que hablaba El Lábaro en sus crónicas del pequeñísimo gran mundo de Vetusta, estaba allí, en el crucero de la catedral, oyendo como entre sueños el órgano, dirigiendo la colación de Noche-buena, viendo lucecillas, sintiendo entre temblores de la pereza pinchazos de la carne.

Cruzan los verdes y rojos faros; a lo lejos, en las tinieblas de la noche, una muchedumbre de lucecillas imperceptibles brilla, parpadea, desaparece, surge de nuevo, torna a ocultarse. Y en el cielo hosco, sobre la gran ciudad, aparece emanación de los focos eléctricos como una tenue, difuminada claridad de aurora.

De vez en cuando, a través del espeso follaje se veían brillar acá y allá puntos luminosos, que tan pronto se dejaban ver como se ocultaban en la espesura; pero ni Cornelio ni el viejo Horn se inquietaban, pues sabían que aquellas lucecillas procedían de ciertas luciérnagas de la especie llamada lampiris, muy comunes en todas las islas de la Malasia, a las cuales las elegantes del país encierran en pomitos de vidrio para adornarse con ellas el pelo, clavándolas en alfileres de plata.

La dársena, negra y solitaria, se poblaba de tenues lucecillas en lo alto de los mástiles. Quedó indeciso Ferragut entre ir á comer á su casa ó en un restorán de la Rambla. Luego sospechó que algunos de los fugitivos del cafetucho podían estar cerca de él, dispuestos á seguirle.

Arrojado al mar un objeto cualquiera, se le ve como despedir brillantes chispas, y si un buque navega por esas aguas, a proa, a popa, a babor y a estribor se le ve relampaguear y como adornarse de espléndidas orlas de lucecillas azules, rojas y verdes, lanzando por la popa como un penacho de fuego que prolonga sus encendidas plumas hasta larga distancia.