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Actualizado: 25 de junio de 2025


Las viudas estan obligadas al llanto, y al ayuno, por todo un año despues de la muerte de sus maridos, reduciéndose á estar encerradas en sus tiendas, sin comunicacion con persona alguna, á no salir de ellas sino para lo necesario de la vida, á no lavarse las manos ni la cara ennegrecidas con el ollin, y abstenerse de carnes de caballo y vaca: y tierra adentro, donde no hay abundancia de las de avestruz y guanacos, aunque pueden comer cualquiera otra cosa.

Se sentaron todas después de muchos remilgos de exagerada etiqueta, y la Escribana madre fue quien habló la primera. Se habían creído obligadas a dar la bienvenida y ofrecer sus respetos a los señores de Peleches, no solamente por la posición que ocupaban ellas en la sociedad de Villavieja, «aunque humilde, de alguna importancia», sino por lo íntimo de las relaciones que siempre hubo entre su difunto marido y la casa de Bermúdez. (Puro embuste.) Por otra parte, había entre las personas «propiamente decentes» de allí, verdadera necesidad de cultivar un poco el trato de las gentes bien nacidas y de buena educación, porque «ustedes no saben cómo se va poniendo esto de día en día... ¡atroz! ¡les digo a ustedes que atroz!» Y no estaba la culpa precisamente en el empeño de las de abajo en subirse muy arriba, sino en algunas que por haberse tenido siempre por de lo más cogolludo, no podían sufrir que otras tan buenas como ellas, por donde quiera que se miraran, se pusieran a su lado; y no pudiendo asombrarlas ni siquiera deslucirlas en tanto así... ni competir con ellas, si bien se miraba, en dinero, ni en elegancia, ni en educación, se dejaban pudrir entre cuatro paredones viejos, o andaban al revés de todo el mundo. Y claro estaba: los sitios que dejaban desocupados ellas «en la buena sociedad», los iban ocupando «otras atrevidas del zurriburri»; se hacía de ese modo «una mezcolanza atroz», y luego, las gentes que no entendían mucho de estas cosas, a todas las medían por un mismo rasero. Quería la Escribana madre que Nieves lo tuviera todo muy en cuenta para que no se dejara engañar «por la pinta» y supiera «a quién se arrimaba».

Nos vemos obligadas a descender o a morir, sin haber vivido... Quien quiera hacer de ángel, hace de estúpida, ¿sabes? ¡Ah! ¡Mi Dios!

En estas visitas lo pagan las mujeres del Mapono, que se ven obligadas á huir por el espanto y terror de aquellas horribles y monstruosas visiones.

El número de monjas obligadas crecía hasta tal punto, que ciertas casas faltas de recursos tuvieron que recurrir a la bondad real para obtener algunas larguezas. Luis XIV permitió a algunas comunidades aceptar dotes a condición de que se dedicasen a la instrucción profesional de las hijas del pueblo.

Si me hubieran dicho entonces que acabaría mis días en un agujero semejante y reducida a tan pobre sociedad... Porque, dicho sea sin ofender a nadie, hija mía, nuestras relaciones dejan mucho que desear y estamos obligadas a tratar a personas muy comunes... No es por tu culpa, lo , pero cuando se ha vivido como yo en un medio escogido, es una necesidad penosa y que hace apreciar la menor ocasión de encontrarse una en su mundo.

Los otros pueblos poseen cierto número de vacas, algunos rebaños de ovejas y unos cuantos caballos mulas y burros; pero están muy distantes todas estas poblaciones de tener lo suficiente en ganados para proveer á sus necesidades, así es que se ven obligadas á comprar algunos mas á los comerciantes que van á la provincia.

Esta devoción no les impedía que riesen cantando, y por lo bajo, entre oración y oración, se insultasen y apalabrasen para darse cuatro arañazos á la salida, pues estas muchachas morenas, esclavizadas por la rígida tiranía que reina en la familia labriega y obligadas por preocupación hereditaria á estar siempre ante los hombres con los ojos bajos, eran allí verdaderos demonios al verse juntas y sin freno, complaciéndose sus lenguas en soltar todo lo oído en los caminos á carreteros y labradores.

Hacen su contrato con ellas, pagando parte del precio, cuando son muy jóvenes, y muchos años antes que tengan la edad competente, para casarse. A cada indio es permitido tener cuantas mugeres pueda comprar ó mantener. Las viudas ó huerfanas tienen libertad de casarse con quien quieran, las demas estan obligadas á someterse al contrato de venta, aun contra su inclinacion.

Obligadas por el rigor de mi madre, trabajan las manos, pero no el entendimiento; reza la boca, pero no el alma; se ciegan y abaten los ojos, pero no el espíritu... Las mil prohibiciones que por todas partes nos entorpecen, despiertan en nuestro pecho ardientes curiosidades. Ya sabes que todo lo queremos saber, todo lo averiguamos y de todo hacemos un objeto de afanes e inquietudes.

Palabra del Dia

vorsado

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