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Se me representan los barcos, no como ciegas máquinas de guerra, obedientes al hombre, sino como verdaderos gigantes, seres vivos y monstruosos que luchaban por , poniendo en acción, como ágiles miembros, su velamen, y cual terribles armas, la poderosa artillería de sus costados.

Esta costumbre inmemorial traducida en precepto, consistía en pasar muy cerca por la popa de la capitana, saludar á la voz y con trompetas, dar cuenta de ocurrencias y recibir la orden . De ella hablaba el cronista del emperador Carlos V al narrar el primer viaje que desde Flandes á España hizo en 1517 con armada de 52 bajeles, diciendo era espectáculo en verdad majestuoso contemplar aquellas naos soberbias como otros tantos castillos, obedientes á la voz del soberano; á la hora de la amanecida sobre todo, cuando una á una pasaban por la popa de la Real á dar el buen viaje con ciertas voces al son del pito del contramaestre, y cañonazos.

Y sin embargo, continuaban retrocediendo, obedientes á una orden terminante y severa. «No comprendemos... decían . No comprendemosLa marea ordenada y metódica arrastraba á estos hombres que deseaban batirse y tenían que retirarse.

Sólo los espíritus superiores llegan á la convicción de que los grandes adelantos únicamente se realizan con la espada, y que la guerra, como decía nuestro gran Treitschke, es la más alta forma del progreso. Otra vez sonrió con una expresión feroz. La moral, según él, debía existir entre los individuos, ya que sirve para hacerlos más obedientes y disciplinados.

He aquí sus palabras: «Ya fuimos á estas leyes obedientes Los sevillanos cómicos Guevara, Gutierre de Cetina, Cozar, Fuentes, El ingenioso Ortiz, aquella rara Musa de nuestro astrífero Mejía, Y del Menandro Bético Malara. Otros muchos, que en esta estrecha vía Obedeciendo al uso antiguo, fueron En dar la luz á la cómica poesía.

Siendo obedientes y humildes, tal vez llegasen, con el tiempo, a cobrar tres reales. ¡Una verdadera felicidad!... El cortijo Matanzuela lo miraban como un paraíso. El caritativo Dupont era de una generosidad inaudita. Cuidaba de que los braceros oyesen misa los domingos; y de mes en mes, organizaba comuniones para los gañanes.

La viejecita se titulaba El viejecito: todas las obras perdían su título femenino, y si en ellas figuraban dos amantes, convertíanse en dos primitos, compañeros de colegio, que, agarrados de la mano jurábanse quererse mucho, estudiar y ser obedientes y humildes con sus maestros... ¡Serafines del cielo! Doña Cristina conmovíase con el relato de estas fiestas.

Ya el comisario volvía sobre sus propios pasos, cuando un ruido de voces, exclamaciones de angustia le hicieron regresar; los gendarmes, obedientes a las órdenes que habían recibido, impedían la entrada a una mujer vestida de obscuro, que llevaba en la cabeza el velo negro de la gente del pueblo lombardo.

Debemos ser obedientes al César, pagar contribuciones y gabelas, ser soldados y marinos para mayor esplendor de esta nación cristiana, que tan mal anda desde que vaciló en la fe: mas nuestro deber de cristianos es antes que los demás deberes.

8 Por lo cual os ruego que confirméis la caridad para con él. 9 Porque también para este fin os escribí, para tener experiencia de vosotros si sois obedientes en todo. 11 para que no seamos engañados de Satanás, pues no ignoramos sus maquinaciones. 12 Cuando vine a Troas por el Evangelio del Cristo, aunque me fue abierta puerta en el Señor,