Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


Ponedle en una aldea, él vencerá la distancia y llegará a la capital; tirará el arado; pondrá un pie en el hombre-sólido, otro en el líquido, y una vez arriba: «Yo mando exclamará, no obedezco». Tales son las leyes de la naturaleza. Una vez comprendido este principio general de física, mis lectores conocerán al hombre-gas a primera vista.

En cuanto a ti, nacido bajo su influencia; tu, gusano a quien yo obedezco y que desprecio, cediendo a un poder que no te pertenece, y que no te ha sido prestado sino para someterte algun dia al mio, vengo por un momento a reunirme a los espiritus debiles que doblan aqui su rodilla; vengo a hablar a un ser tal como tu. ?Que me quieres pues, criatura de barro? ?que me quieres?

El fiscal que pide la cabeza del malo nada sería sin , que obedezco; todos somos ruedas de la misma máquina, y ¡vive Dios! que merecemos igual respeto, porque yo soy un funcionario... con treinta años de servicios. El ogro En todo el barrio del Pacífico era conocido aquel endiablado carretero, que alborotaba las calles con sus gritos y los furiosos chasquidos de su tralla.

Vamos, no dirá ella que no la obedezco; sus deseos son órdenes. Me ha dicho: 'Amigo mío, vete', y me voy. ¿Me querrá cuando me vaya? ¿Pensará en ...? Bien podría ser... ¡Si se convenciera de que el amor que tiene a su marido es como echar rosas a un burro para que se las coma, si se convenciera de esto...! Pero vaya usted a esperar que se convenza. No puede ser.

A Fray Forzado obedezcan En todo, pues cuanto ha hecho Y cuanto ha mandado es justo; Que yo también lo obedezco, Y soy su guardián. No hay parte Segura de este hechicero; Dos gazapos me ha sacado Que escondí en un agujero, Con una vara de hondo; Por mi mal vino al convento;

Por lo mismo, señor, admita vuestra majestad mi renuncia. No hay necesidad; yo no he desconfiado de vos. Sin embargo, señor... esas graves acusaciones exigen: ó que yo sea juzgado, ó que lo sea mi hijo. ¿Qué estáis diciendo, duque? ¿qué estáis diciendo?... ¿meterme queréis en esos cuidados? yo os mando que sigáis ayudándome en el gobierno de mis reinos. Y yo, señor, obedezco á vuestra majestad.

»Pero al menos, ahora no. »Hoy mismo, en seguida. »¡Nunca! »Yo sabré contenerte. »¡Te desafío a que lo hagas! »¡Pues bien! Por salvar al menos a uno de vosotros, voy a decírselo todo a Juanita... »Y observé que Teobaldo se acercaba a la puerta. »Carlos dio un grito. »Te obedezco... marcho... dejo la Inglaterra. Déjame siquiera una hora a su lado. »¡Una hora! Sea contestó Teobaldo.

Por otra parte, la testigo no es una campesina, sino una hija de la ciudad de Vorones. Bueno, obedezco, señor presidente; por más que las hijas de las ciudades tienen también sus pequeñas alegrías sencillas... El caso es que la señora Karaulova lleva en su corazón un ideal de verdadera cristiana.

El rostro del magnate se contrajo fuertemente. ¡Silencio! Ni una palabra más de ese asunto. Quedó serio, taciturno, con los ojos clavados en el fuego. Miss Florencia no se atrevió á interrumpirle. Al cabo su semblante contraído se fué dilatando por una sonrisa amarga, y profirió: No jamás de antemano lo que he de hacer. Obedezco á la inspiración del momento. Buscando salvación.

»Te obedezco, Carlos dijo el anciano llorando. ¡No eres cruel y malo sino para !... ¡No me quejo! ¡tienes razón!... Pero llegará un día en que me hagas justicia... Adiós, pues, hasta el año próximo... ¿no es cierto? Adiós, Carlos, yo pediré a Dios por ti. »El extranjero salió, y Carlos dejose caer en un sofá conmovido y lleno de ira.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando