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Actualizado: 13 de julio de 2025
Finalmente, cuando han salido de las terribles hondonadas en las cuales suelen soltar las pendientes sus aludes de nieve y ruinas por todas partes, pueden respirar á gusto los viajeros y pensar, sin angustia personal, en sus antecesores, menos felices, cuyas terribles historias se hablan contado la víspera.
Y al mismo tiempo que estas noticias inquietantes para su porvenir, llegaban otras que le herían en sus mejores recuerdos. Una gran dama de la corte, con la que había tenido unos amores de grata memoria, vendía ahora periódicos en las calles; otra muy elegante, que lanzaba las modas en Petersburgo, barría la nieve y había perdido varios dedos por el frío.
PONCHE. Se baten tres yemas de huevo con tres cucharadas de azúcar; se agrega una copa de coñac, y sin dejar de moverlo se incorporan dos claras a punto de nieve. PONCHE DE HUEVO. Se baten tres yemas de huevo con tres cucharadas de azúcar muy fino; se agrega una copa de coñac y sin dejar de moverlo se va incorporando medio litro de leche caliente; cuando está bien mezclado se sirve.
Alguna cofia de mañana, colocada sobre un pie de palo torneado, lanzaba un toque de colores vivos, de seda y oro, entre las alburas que cubrían aquel recinto como una capa de nieve.
Mientras que la superficie de la nieve caída se endurece por el frío del invierno, sobre todo durante las noches, un sordo trabajo se realiza debajo del gran laboratorio del monte: las gotas que el sol ha fundido durante el día, penetran en el suelo hasta las rocas de granito y de un grano de arena á otro, y del cristal de cuarzo á la molécula de arcilla, desciende imperceptiblemente por la pendiente; se juntan unas gotas á otras, se hacen más gruesas, á su vez éstas se reúnen y se forman hilillos de agua que corren subterráneamente por entre las raíces del césped ó por las fisuras de la roca subyacente.
Era un edificio antiguo y extraño, parecido a esas viejas casas de portazgo que se ven en los grabados de la antigüedad, sólo que le faltaba la vieja barra de hierro. Sin embargo, se conservaban todavía los postes del portón, y como durante la noche había caído una sábana de nieve, el aspecto que presentaba el paraje, era verdaderamente invernal y pintoresco.
Si he de ser franco, diré que experimentaba cierta repugnancia en tocarla. La deliciosa criatura con su inocencia visible y el iris de sus suaves colores asemejábase á un copo de nieve tiritante, resbaladizo y que se escurre.
A Dios se vuelve para que le dé reposo, y anhela beber en el torrente de sus delicias, cuyo ímpetu alegra el Paraíso, y cuyas ondas claras ponen más blanco que la nieve; pero un abismo llama a otro abismo, y mis pies se han clavado en el cieno que está en el fondo. Sin embargo, aún me quedan voz y aliento para clamar con el Salmista: ¡Levántate, gloria mía!
Ceniciento velo ocultaba las rocas y sólo podía yo divisar á trechos vagas masas negras y amenazadoras que, según lo espeso de la bruma, se acercaban y alejaban alternativamente. Hallábame transido de frío, entristecido, mal humorado. De pronto hízome levantar la vista una claridad reflejada por innumerables gotas. Habíase desgarrado la nube de agua y nieve encima de mi cabeza.
Sólo la voz de Juan vibraba en el silencio de la noche saludando a la Madre de los Desamparados. Y su canto, más que himno de salutación, parecía un grito de congoja algunas veces; otras, un gemido triste y resignado que helaba el corazón más que el frío de la nieve.
Palabra del Dia
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